domingo, 20 de diciembre de 2009

Crónica de un despropósito

"En el estanque de un jardín crece un nenúfar cuyo follaje dobla su tamaño diariamente. En 30 días, el nenúfar cubrirá toda la superficie y sofocará la vida en el agua. Cuando han transcurrido 29 días, nadie piensa aún en recortar las hojas, puesto que queda la mitad del estanque libre. Al día siguiente, el nenúfar ocupa todo el estanque y todo lo vivo se extingue..."

De la conferencia de Río, denominada oficialmente Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, pero más conocida como la “Cumbre de la Tierra”, celebrada en junio de 1992, resultó el primer acuerdo internacional para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero: la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.

En esa misma primavera, la del 92, Alexander King y Bertrand Schneider sacaban a la luz el libro titulado "La primera revolución global", se trataba de un informe encargado por el Club de Roma, donde se ponían de manifiesto los problemas que aquejaban a nuestro planeta: la explosión demográfica, el problema de los recursos alimentarios, la destrucción del medio natural, las nuevas enfermedades que asolaban a nuestra población, entre otros variados aspectos; pero, además, y como no podía ser de otro modo, mención especial merecía el calentamiento global del planeta.

En la contraportada del mencionado informe, aparece reflejado el párrafo con el que he abierto esta entrada.

Se acaba de escenificar, en Copenhague, una farsa que entierra (si, como parece, nadie lo remedia) el espíritu de la conferencia de Río. De poco nos vale que la dignidad ejemplar de los países pobres sea lo más destacable de tamaña afrenta planetaria, afrenta encabezada por el premio nobel de la Paz.

Sería deseable que el nenúfar del estanque Tierra no se hayase en su día 29, pero, quienes debían recortar las hojas, para dar un respiro a la Tierra, a la Humanidad, han decidido, en Copenhague, dejar hacer al nenúfar.

Santos López Giménez

jueves, 17 de diciembre de 2009

Carta de Saramago a Aminatu Haidar

22 de Noviembre de 2009
Querida Aminatu Haidar,
Si estuviera en Lanzarote, estaría contigo.
Y no porque sea también un militante separatista, como te ha definido el embajador de Marruecos, sino precisamente por todo lo contrario: creo que el planeta es de todos y todos tenemos derecho a nuestro espacio para poder vivir en armonía. Creo que los separatistas son los que separan a las personas de su tierra, la expulsan, tratan de desarraigarla para que, siendo algo distinto a lo que son, unos alcancen más poder y los otros pierdan su propia estima y acaben siendo engullidos por la sinrazón.

Marruecos con El Sahara incumple todas las normas de buena conducta. Despreciar a los saharauis es la demostración de que la Carta de los Derechos Humanos no se ha instalado en la sociedad marroquí, que no protesta con lo que se le hace al vecino, y es, sobre todo, la evidencia de que Marruecos no se respeta a sí mismo: quien está seguro de su pasado no necesita expropiar al de al lado para expresar una grandeza que nadie nunca reconocerá. Porque si el poder de Marruecos acaba doblegando a los saharauis, ese país, admirable por otras cosas, habrá obtenido la más triste victoria, una victoria sin honor, sin brillo, levantada sobre la vida y los sueños de tanta gente que quería vivir en paz en su tierra y con sus vecinos para, todos juntos, hacer del continente un lugar más habitable.
Querida Aminatu Haidar,
Has dado un ejemplo valioso que en todo en mundo se reconoce. No pongas en riesgo tu vida porque te quedan por delante muchas batallas y eres necesaria. Tus amigos, los amigos de tu pueblo, tomaremos el relevo en los foros que sean necesarios.
Al Gobierno de España le pedimos sensibilidad. Contigo, con tu gente. Ya sabemos que las relaciones internacionales son muy complejas, pero hace muchos años que se abolió la esclavitud para las personas y para los pueblos. No se trata de humanitarismo: las resoluciones de Naciones Unidas, el Derecho Internacional y el sentido común están de un lado, y en Marruecos y en España se sabe.
Dejemos que Aminatu regrese a casa con el reconocimiento de su valor, a las claras, porque son personas como ella quienes dan personalidad a nuestro tiempo, y sin Aminatu todos seríamos más pobres.

Aminatu no tiene un problema, lo tiene Marruecos. Y puede resolverlo, tendrá que resolverlo y no solo para una mujer frágil, sino para todo un pueblo que no se rinde porque no puede entender ni la irracionalidad ni la voracidad expansionista, propia de otros tiempos y de otro grado de civilización.
Un abrazo muy fuerte, querida Aminatu Haidar.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

La Izquierda en Cehegín: un comentario.

A raíz de colgar "La Izquierda en Cehegín"(http://docs.google.com/fileview?id=0BxIGiD4bTnVQMTdmZTQyNjUtYTBhZi00N2I3LTkwZDUtMTg1ODBmZjMzMzUx&hl=en) en Tal día como hoy, he recibido un comentario de una persona joven que me ha parecido muy interesante. Con el permiso de esta persona, paso a transcribir sus palabras, no sin antes agradecerle su deferencia para con la transcripción del mismo:


Muy bonita la imagen, y también la película! He leído tu artículo del año 2002, circunstancias muy lejanas aquellas, y aunque voy justica de tiempo me gustaría responderte. Primero presentarme: me llamo Patricia y nací en Cehegín en 1985; actualmente vivo en Barcelona y me encuentro ya algo distanciada (con toda la pena del mundo) de las dinámicas políticas de Cehegín. Por decirlo de algún modo, yo he sido "educada" en la escuela de Izquierda Unida de Cehegín, en la escuela de la Unión de Juventudes Comunistas, y especialmente en Andalucía, dónde tuve la fortuna de recorrer recónditos pueblos como secretaria de lucha contra el patriarcado. Ahora milito en el PSUC en mi barrio, el baix guinardó, hago teatro "contra Goliat", participo en el moviminto anti-Bolonia... Y probablemente, nunca haya hablado de nada de esto con nadie de Cehegín, a excepción de mis compañeros/as de IU. Por lo tanto, soy lo que se puede decir una persona educada en ese mundo de la cultura de izquierdas, obrera, si quieres. Y que no ha encontrado un ambiente estimulante en Cehegín. Ni entre amigos/as reputados "socialistas", ni entre la familia también reputada "socialista". Me planteo, ¿Por qué no es posible una unión IU-PSOE? Porque pertenecemos a dos órdenes diferentes, por ahora. Primero, la "gente de IU" va más allá de las instituciones, y nos mueve más la creación de una conciencia (cultura si quieres) de lucha, un espacio de solidaridad, de crítica plural al capitalismo... que asegurar dos asientos en un pleno más bien impotente. Probablemente, IU es diversa, pero creo que hay acuerdo en que nuestra lucha va más allá de los escaños, aunque ellos al final nos afecten... Estamos acostumbrados a trabajar en aquello de los movimientos sociales, más que en los locales del partido (que poco a poco vamos teniendo que cerrar).
En segundo lugar, y a nivel estatal, el PSOE no está desarrollando una política radical, mientras sube impuestos indirectos, reduce las partidas en becas (I+D), aplica el proceso de Bolonia sin consenso, privatiza los servicios públicos, permite la deslocalización, mantiene una guerra de ocupación en Afganistán, ilegaliza partidos y encarcela por ideas políticas... abre la puerta a una reforma laboral (que ya hizo en 2005 por cierto)... 4 millones de parados, y un largo etc. Vease por ejemplo la última ley de economía sostenible que supuéstamente nos salvará de nuestras precarias vidas de jóvenes precarios.

Y volviendo al nivel local, conozco personalmente a esa nueva generación de jóvenes socialistas, amigos/as muchos de ellos/as, y estaré encantada de trabajar con ellos/as el día que vuelvan a las luchas sociales.

Mientras tanto, mientras no haya esa regeneración ideológica y estratégica dentro del PSOE, por mi parte, no habrá reconocimiento posible. Eso no quita, que a nivel de base, a nivel de determinados individuos, pueda haber un trabajo común... eso sí, en el campo de las luchas sociales. Ésta es mi propuesta.

Saludos

Patricia

lunes, 7 de diciembre de 2009

Crucifijos, San Esteban y Aminetu

La entrada que hoy os propongo, viene al caso tras darse una pequeña concatenación de domésticas circunstancias. Buscaba uno, entre mis archivos en papel, esas cartas que vengo publicando bajo el epígrafe de Tal día como hoy, y me he encontrado con un artículo publicado en El Noroeste, de enero de 2004 (firmado por Juan Fernández Montoya, militante socialista calasparreño, al que muchos conoceréis), cuyo título, El crucifijo en la escuela, es evidente que no pasa desapercibido. Creo que merece la pena su lectura. Pinchad en el siguiente enlace y lo tendréis:

http://docs.google.com/fileview?id=0BxIGiD4bTnVQNjJmNjhmNWMtODZhMy00ZWU3LWJjMWEtOTZmOTc2MmNjNzI3&hl=en

Pero, tras leerlo, y sentirme plenamente identificado con su opinión, se me han venido a la mente, por una extraña asociación de ideas, otros asuntos también en plena vigencia. Es verdad que éste, el de los crucifijos, no es el asunto que más preocupa estos días a una mayoría de ciudadanos, que, en definitiva, sería a quien habría de preocuparles. No obstante, me pregunto si el expolio que unos degenerados pretenden ejecutar en San Esteban es un asunto que preocupe a los ciudadanos de nuestra Región, la de Murcia, se entiende. El primero, el de los crucifijos, se ha convertido en un tema recurrente: empiezo a pensar que, al igual que los peperos gobernaron 8 años, sin tocar una coma de la ley del aborto, y con toda la hipocresía del mundo ahora se lanzan a la yugular de todo aquel que defienda una digna ley que regule los "indeseables" abortos, existen otras cuestiones a las que el PSOE hace oídos sordos para que permanezcan todo el tiempo del mundo como referentes jamás concretados, pero muy electoralistas si de buscar votos de izquierda se trata. El segundo asunto, a pesar de la pasividad absoluta de la ciudadania murciana, está siendo afrontado por un numeroso grupo ciudadano que se está movilizando contra esa barbarie cultural que los gobiernos regional y municipal, de Murcia, tratan de ejecutar con absoluta desvergüenza: (http://www.laverdad.es/murcia/20091207/region/vecinos-abrazan-esteban-defensa-20091207.html) .

Tras estos dos asuntos que, a una mayoría, les trae sin cuidado, me vuelvo a preguntar, ¿y, Aminetu Haidar, preocupará a algún vecino de esta Región?. No sé, soy incapaz de adivinarlo, aunque, si considero esas ocasiones en las que converso con ciudadanos "normales", de esos a los que apela Rajoy, como modélicos ciudadanos, cada vez que pretende alejar un asunto si no le interesa o, por si le salpica, trata de rehuirlo, te dan a entender que no, que les dejes en paz que ya tienen bastante con sus problemas ¿?. Con todo, volviendo a Aminetu, dicen que las asociaciones de amigos del pueblo saharaui son las más numerosas de toda España, y sin embargo no tenemos nada claro sobre quien recae la responsabilidad, no ya de Aminetu, sino de cómo afrontar el futuro de un pueblo al que se le niega su existencia. Este asunto, mucho más grave que el anterior, también se ha convertido en comodín de una izquierda, en este caso representada por el PSOE, que, incapaz de dar solución, a través de la diplomacia internacional a esa triste circunstancia, no es capaz de reconocer su incapacidad para resolverlo.

Por lo pronto, el país está de puente, con la mente puesta en las fiestas navideñas: qué cosas se me ocurren..., perdonad por mi atrevimiento.

Santos López Giménez

viernes, 4 de diciembre de 2009

Engendro de sociedad

Anoche sentí pánico frente al televisor. Nos dispusimos en casa para ver un partido de fútbol. No era un partido cualquiera, jugaba nuestro equipo, el Athletic, y cuando eso ocurre la ocasión tiene un carácter especial. Pero, hete aquí que al comenzar la segunda parte, y tras marcar el Athletic su segundo gol, con el consiguiente alegrón, de pronto, las imágenes que la televisión nos mandaba no eran precisamente un muestrario de escenas alegres, era una sucesión de escenas violentas, donde destacaba sobremanera el intento de un numeroso grupo de energúmenos dispuesto a saltar al campo a toda costa. Todo ello mientras los jugadores seguían sobre el campo y el balón en juego. De la alegría hemos pasado a vivir una pesadilla: qué, si no, puedes sentir cuando la imagen en directo que te llega hace presagiar una agresión de imprevisibles consecuencias a los chavales que corrían por el terreno de juego. La historia de esta aberración, en su conjunto, seguro, eso espero, os la contarán hoy en todos los medios. Lo realmente preocupante son las razones de que, en los últimos años, una ola de fascismo vuelva a recorrer Europa, y que lo haga bajo el paraguas del PP europeo, ese al que también pertenece “nuestro PP”, y, por supuesto, entre otros no tan famosos, el impresentable de Berlusconi. Pero no culpo por ello a este grupo político, a este grupo político lo apoyan millones de ciudadanos en toda Europa. Se congratulan, al menos en España, de haber aglutinado a la ultraderecha, porque así, ésta, es más civilizada, dicen ellos. La derecha europea está dando pávulo a asuntos que hace años estaban superados, y dando entrada a otros que nunca debieran constituir un motivo para la confrontación social, véase el referemdun suizo del pasado domingo contra los minaretes islámicos.
Precisamente hoy, he recibido una de estas presentaciones, los famosos pps, que nos llegan por correo electrónico, la mayoría empalagosos, y, en este caso, se trataba de una especie de fábula que hablaba de la diferencia entre cocer una rana a fuego lento, sin que apenas note los incrementos de temperatura, lo que irremisiblemente la conducirá a una muerte lenta, sin haberse enterado, frente a un polpe de calor que, a buen seguro, la haría reaccionar con inmediatez y, de una zancada, alejarse de todo peligro. La reflexión terminaba con el simil social de la aceptación de tantos y tantos granitos de arena reaccionarios que están provocando la aniquilación del sentido crítico de los ciudadanos.
No os pido comprensión hacia mi particular modo de interpretar la violencia vivida en un estadio de fútbol: ni tú, que me lees, y que te preguntarás cómo puedo ser tan retorcido; ni yo que escribo esta perorata, somos responsables directos de tales circunstancias, pero, ahí no tengo dudas, indirectos, ya lo creo que lo somos. Lo somos, cuando sugerimos a nuestros hijos que no vayan con determinados niños, según su raza; cuando despotricamos por asuntos relacionados con el sentimiento de pertenencia a una determinada región geográfica al que todo ser humano tiene derecho; cuando desde pequeños transmitimos a nuestros hijos la idea de que se ha de responder con violencia a la violencia; cuando decimos incoherentes barbaridades del tipo: “son ellos quienes han de integrarse”, “no se integran porque no quieren”, “son unos parásitos que vienen a quitarnos lo nuestro”, etc; cuando, en vez de estar vigilantes en el buen hacer de nuestro Sistema Educativo, mediante nuestra participación en los ámbitos correspondientes, sólo se nos ocurre querer rebajar las vacaciones a los docentes, además de culparles de todos los males que conlleva el fracaso escolar; y así, amigos, amigas, podríamos estar rellenando hojas y hojas, folio en blanco tras folio en blanco. El miedo que uno sintió anoche ante el televisor, más que por esos energúmenos, que también, fue un miedo al engendro de sociedad que venimos forjando.

Santos López Giménez

domingo, 29 de noviembre de 2009

Contra la intransigencia y el odio

A raíz de publicar ayer, en Tal día como hoy, el escrito que da título a esta entrada ( https://docs.google.com/fileview?id=0BxIGiD4bTnVQMDYwYWUxNzYtMzY4Mi00ZDRmLTg1YzctZTA3NGI1Y2VjYmIz&hl=en), una amiga, que lo leyó, me invita, y yo os traslado la invitación, a escuchar esta canción que bien podría ilustrar buena parte del asunto tratado. Gracias, amiga.


martes, 17 de noviembre de 2009

La leyenda del tiempo

Veintiocho de julio de 1995, en la tarde de aquel día, por vez primera, me invitaron a escuchar “La leyenda del tiempo”... Camarón ya era un mito del flamenco, ya había sido encumbrado al Olimpo del flamenco, lo había encumbrado la crítica pero, por encima de todo, para el pueblo gitano simbolizaba la enormidad de su cultura: era, y es, una auténtica devoción la que su pueblo le profesa. Habían pasado tres años de su muerte y dieciséis desde que compusiera, junto a un ramillete de grandes artistas, esta emblemática canción que daba título al disco con el que homenajeaba a Federico García Lorca. La importancia de Camarón, convirtieron el proceso de creación en un proceloso camino plagado de duras criticas contra lo que los puristas del flamenco entendían significaba una puya difícilmente asimilable. Hoy, según parece, se la considera la mejor pieza de la historia del flamenco…Aquella tarde, volvía de vivir uno de los momentos más difíciles de mi vida o, dicho de otro modo, de salvar un momento que pudo ser trágico: junto a un grupo de operarios del INFOCA, tratando de apagar un fuego en Sierra Cabrera, Almería, en un momento dado, cambió la dirección del viento lo que ocasionó una despavorida huida con el fuego pisándonos los talones. Una insignificante casualidad que, para mí, parece obvio, ligará de por vida aquel día con “La leyenda del tiempo”.

Santos López Giménez

viernes, 13 de noviembre de 2009

Enfermiza sociedad

Las palabras que este individuo ha pronunciado hoy en las Cortes Valencianas se descalifican por si solas. Para él, y para toda una caterva de indeseables que con sus aplausos las ratificaban, ese lenguaje no es ninguna excepcionalidad, lo emplean en la intimidad, pero hoy, a ese salvaje, se le han escapado en un recinto emblemático. Qué pena, pensar que a esa criatura la volveran a ratificar en las urnas miles de valencianos, genera una impotencia que a marchas forzadas se aproxima a la resignación. Este individuo, como el que ayer hablaba de herejes, representan a una muy importante masa social, no debemos olvidarlo. Por mucho que deseemos avanzar hacia el civismo, el panorama que nos contempla no es mas que la expresión de una sociedad enferma.

Santos López Giménez




martes, 3 de noviembre de 2009

Tal día como hoy

En ocasiones, llegué a pensar que lo mío tenía un carácter de incontinencia patológica. Una permanente necesidad de escribir mantenía en mí una llama continua que precisaba de ese tiempo de mesura y paz que te proporciona la plasmación por escrito de todas aquellas inquietudes que rondan tu cabeza. Mis primeras cartas al director datan de 1989, es decir, 20 años hace desde que envié mi primera carta a los periódicos de nuestra región y a alguno de alcance nacional. Aquella, como muchas otras, era una ingenua carta que hablaba de tráfico de influencias: qué curioso, la llamo ingenua en este preciso momento de nuestra historia. Entonces, como ahora, el grado de sinvergonzonería que uno observaba a su alrededor no era mayor en la clase política que en el resto de la ciudadanía, todo lo contrario. Entonces, como ahora, los ciudadanos, ante tanto ladrón que nos sacan por televisión, nos mirábamos con gesto de complicidad y, entre algaradas ininteligibles, tratábamos de decirnos "qué buenos que somos, nosotros no somos como ellos". Ahí está el cáncer, las sinvergonzonerías cotidianas son más numerosas, más dañinas, y casi siempre quedan impunes.
Como podéis comprobar, mi incontinencia me ha desviado del verdadero espíritu de esta entrada, que no es otro que el de presentaos lo que he dado en llamar "Tal día como hoy"(http://www.google.com/notebook/public/15392804817775544574/BDQ8OSwoQ9sWH4csk?hl=es), donde, intentaré, ir colocando cartas al director de las que se me fueron publicando a lo largo de los años, haciéndolas coincidir con el día en que nos encontremos.
Estoy muy orgulloso de haber escrito todo lo que escribí durante estos últimos 20 años y, a día de hoy, ni de lejos considero que esta afición mía sea patológica.

domingo, 25 de octubre de 2009

La traición de la socialdemocracia

Os dejo la opinión de Paolo Flores d'Arcais publicada hoy en El País. Muy interesante.

Creo haber escrito mi primer artículo sobre "la crisis de la socialdemocracia" hace aproximadamente un cuarto de siglo, y eran ya muchos quienes me habían precedido. Sirva ello para explicar que el tema no es nuevo y que puede decirse que las socialdemocracias, en cierto sentido, siempre han estado en crisis (excepto las escandinavas, que nunca llegaron a crear escuela). La raíz de tal crisis reside en efecto en la desviación (un abismo a menudo) entre el dicho y el hecho que las aqueja. La socialdemocracia nació como una alternativa al comunismo en la defensa de la igualdad contra el sistema de privilegios. La alternativa al comunismo se ha conservado (con toda justicia) pero la batalla por la igualdad (es decir, la lucha contra los privilegios) se ha visto reducida a flatus vocis, incluso en su fórmula minimalista de la "igualdad de oportunidades de arranque", que llegó a ser teorizada por numerosos liberales como corolario de la meritocracia individual.
Resulta por ello más fácil recordar los raros momentos en los que la socialdemocracia alimentó realmente esperanzas: el laborismo de la inmediata posguerra, que implanta con Attlee el estado de bienestar teorizado por Beveridge; los años de Brandt, que el 7 de diciembre de 1970 se arrodilla en el gueto de Varsovia; la época de Mitterand, que interrumpe la larga hegemonía gaullista que pesaba sobre Francia casi como destino (o condena). Logros reformistas, a los que las propias socialdemocracias no han dado continuidad. La política del estado de bienestar se detuvo apenas un poco más allá del servicio sanitario nacional (que además se burocratizó rápidamente). La desnazificación radical de Alemania, que los gobiernos democristianos habían descuidado, no se vio enraizada en similares transformaciones de las relaciones de fuerzas sociales. Y la unidad de la izquierda de Mitterrand, tras la prometedora y brevísima época de los "clubes", se resolvió mediante compromisos entre los aparatos de partido, no en un acrecentamiento del poder efectivo de los ciudadanos.
Porque esa es la cuestión -no secundaria en absoluto- que los análisis de la "crisis de la socialdemocracia" no suelen tener en cuenta. El carácter de aparato, de burocracia, de nomenclatura, de casta, que han ido adquiriendo cada vez más, incluso en la izquierda, quienes, por decirlo con palabras de Weber, "viven de la política" y de la política han hecho su oficio. La transformación de la democracia parlamentaria en partidocracia, es decir, en partidos-máquina autorreferenciales y cada vez más parecidos entre sí, ha ido haciendo progresivamente vana la relación de representación entre diputados y ciudadanos. La política se está convirtiendo cada día más en una actividad privada, como cualquier otra actividad empresarial. Pero si la política, es decir, la esfera pública, se vuelve privada, lo hace en un doble sentido: porque los propios intereses (de gremio, de casta) de la clase política hacen prescindir definitivamente a ésta de los intereses y valores de los ciudadanos a los que debería representar, y porque el ciudadano se ve definitivamente privado de su cuota de soberanía, incluso en su forma delegada.
Los políticos de derechas y de izquierdas acaban por tener intereses de clase que en lo fundamental resultan comunes -de forma general: el razonamiento siempre tiene sus excepciones en el ámbito de los casos individuales- dado que todos ellos forman parte del establishment, del sistema de privilegios. Contra el que por el contrario debería luchar la socialdemocracia, en nombre de la igualdad. Y es que, no se olvide, era la "igualdad" el valor que servía de base para justificar el anticomunismo: el despotismo político es en efecto la primera negación de la igualdad social y el totalitarismo comunista la pisotea por lo tanto de forma desmesurada.
La partidocracia (de la que la socialdemocracia forma parte), dado que estimula la práctica y creciente frustración del ciudadano soberano, la negación del espacio público a los electores, constituye un alambique para ulteriores degeneraciones de la democracia parlamentaria, es decir, para una más radical sustracción de poder al ciudadano: así ocurre con la política-espectáculo y con las derivas populistas que parecen estar cada vez más enraizadas en Europa.
Pero lo cierto es que las vicisitudes actuales de las socialdemocracias parecen manifestar algo más: grupos dirigentes al completo que no solo están en crisis sino casi a la desbandada, sumidos en la espiral (al igual que los aviones al caer en picado) de un auténtico cupio dissolvi. La cuestión es que la culpa originaria, el haber olvidado la brújula del valor de la "igualdad", sin el que la izquierda pierde todo su sentido, está pasando ahora factura. Pero razonemos con orden.
Resulta paradójico que la socialdemocracia viva el acmé de su crisis precisamente cuando más favorables son las condiciones para la critica hacia el establishment y para plantear propuestas de reformas radicales en ámbito financiero y económico, dado que está a la vista de todos o, mejor dicho, está siendo padecido y sufrido por las grandes masas, el desastre social provocado por la deriva de los privilegios sin freno y por el dominio sin control ni contrapeso del liberalismo salvaje, de los "espíritus animales" del beneficio.
Y es que la crisis provoca incertidumbre ante el futuro y el miedo empuja a las masas hacia la derecha, según se dice. Pero eso ocurre solo porque la socialdemocracia no ha sabido dar respuestas en términos de reformismo, es decir, de justicia social creciente, a la necesidad de seguridad y de "futuro" de esos millones de ciudadanos. Pongamos algún ejemplo concreto. El miedo ante el futuro adquiere fácilmente los rasgos del "otro", el inmigrante, que nos "roba" el trabajo. Pero si el inmigrante puede "robarnos" el trabajo es solo porque acepta salarios más bajos. ¿Ha intentado llevar a cabo alguna vez la socialdemocracia una política de sistemático castigo de los empresarios, grandes y pequeños, que emplean a inmigrantes con salarios más bajos y sin el resto de costosas garantías normativas obtenidas tras decenios de luchas sindicales?
Algo análogo ocurre con la deslocalización de las empresas, el fenómeno más vistoso de la globalización. El empresario alemán, o francés, o italiano, o español, al trasladar su actividad productiva hacia el tercer mundo, se lucraba con enormes beneficios explotando mano de obra con salarios ínfimos y sin tutela sindical (por no hablar de la libertad de contaminar en forma devastadora). Pero los gobiernos poseen potentes instrumentos, si así lo quieren, para "disuadir" a sus propios empresarios en su carrera hacia la deslocalización, instrumentos que la política de la Unión Europea puede hacer incluso más convincentes o reforzar en buena medida.
La socialdemocracia, por el contrario, se ha doblegado ante esta mundialización, cuando no la ha exaltado, cuando si el empresario puede pagar menos por el trabajo, deslocalizando la fábrica o pagando en negro al clandestino, se crean las condiciones para un "ejército salarial de reserva" potencialmente infinito, que irá reduciendo cada vez más los salarios, restituyendo actualidad a categorías marxistas que el estado del bienestar -y luchas de generaciones (no la espontánea evolución del mercado)- habían vuelto obsoletas. Y sin embargo la socialdemocracia está organizada nada menos que en una "Internacional", y ha gozado durante mucho tiempo en las instituciones europeas de un peso preponderante. No es por lo tanto que no pudiera hacerse una política diversa. Es que no quiso hacerse.
Los ejemplos podrían multiplicarse. La socialdemocracia ha llegado a aceptar las más "tóxicas" invenciones financieras, y no ha hecho nada concreto para acabar con los "paraísos fiscales" o el secreto bancario, instrumentos del entramado económico-mafioso a nivel internacional, con el resultado de que el poder de las mafias se extiende por toda Europa, desde Moscú a Madrid, desde Sicilia hasta el Báltico, y ni siquiera se habla de ello. Y dejemos correr el problema de los medios de comunicación, absolutamente crucial, dado que "una opinión pública bien informada" debería constituir para los ciudadanos "la corte suprema", a la que poder "apelar siempre contra las públicas injusticias, la corrupción, la indiferencia popular o los errores del gobierno", como escribía Joseph Pulitzer (¡hace ya más de un siglo!), mientras que nada han hecho las socialdemocracias por aproximarse a este irrenunciable ideal.
La socialdemocracia debía distinguirse del comunismo en sus métodos, mediante la renuncia a la violencia revolucionaria, y en sus objetivos, mediante la renuncia a la destrucción de la propiedad privada de los medios de producción. No estaba desde luego en su ADN, por el contrario, la abdicación a condicionar a través de las reformas (es decir sustancialmente) la lógica del mercado, volviéndola socialmente "virtuosa" y sometiéndola a los imperativos de una constante redistribución del superávit tendente hacia la igualdad.
Al traicionar sistemáticamente su única razón de ser, la socialdemocracia ha estado en crisis incluso cuando ha ganado elecciones y ha gobernado. ¿Cuánto se han reducido las desigualdades sociales bajo los gobiernos de Blair? En nada, si acaso todo lo contrario. ¿Y con Schroeder? ¿De qué puede servir una izquierda que lleva a cabo una política de derechas, si no a preparar el retorno del original?
No resulta difícil, por lo tanto, delinear un proyecto reformista, basta tener como estrella polar el incremento conjunto de libertad y justicia (libertades civiles y justicia social). Es imposible realizarlo, sin embargo, con los actuales instrumentos, los partidos-máquina. Porque pertenecen estructuralmente al "partido del privilegio". No pueden ser la solución porque son parte integrante del problema.

Paolo Flores d'Arcais es filósofo y editor de la revista Micromega. Traducción de Carlos Gumpert
http://www.elpais.com/articulo/opinion/traicion/socialdemocracia/elpepuopi/20091025elpepiopi_11/Tes

jueves, 15 de octubre de 2009

Desde el sosiego

Ya quisiera uno mantener la templanza y el espíritu combativo suficientes como para seguir denunciando tanta desidia e indiferencia sociales. No, ni la una ni el otro, ambos reposan en latente estado: demasiado cúmulo de circunstancias, casuales, coincidentes en un estrecho margen temporal, con un común denominador: la desconfianza derivada de infames mezquindades, me llevan a cuestionarme la validez del apoyo incondicional a según que causas. Siempre estaré junto a seres humanos que me necesiten; huiré de trepadores sin escrúpulos, medradores con carnet, salomónicos personajes complacientes y toda una retahila de hipócritas y ubicuos seres humanos capaces, sin despeinarse, de defender una cosa y su contraria según extraños criterios de "lealtad".
Pero, desde el sosiego, y una inesperada paz recobrada, mientras dejo secar sangrantes heridas del alma, observo la realidad que nos rodea y me acerco a este espacio para dar paso a quienes sí tienen mucho que decir. Es el caso de Pedro Egio, miembro del Foro Ciudadano de la Región de Murcia que, días pasados, publicaba el artículo que sigue, en el diario La Opinión:


El rayo que sí cesa

No hay remedio. La improvisación y el egoísmo triunfan en Política y los ciudadanos parecemos hipnotizados ante tantos gestos insolidarios vestidos con la máscara de la solidaridad y volvemos a otorgarles nuestra confianza, como si lo hicieran tan bien. Lo que incomoda es el viejo argumento de “deja que el empresario obtenga todos los beneficios posibles, porque él hace de máquina”; y así al menos viviremos con sus migajas. La derecha entonces se reviste con la antigua “charitas”, generalmente adicta a la Buena Nueva entendida a su manera. Y se reviste incluso con la etiqueta de “popular”, aunque a veces no alcance ni al lema de “todo para el pueblo pero sin el pueblo”, porque en muchas ocasiones prefiere decir: “primero nosotros, luego el pueblo”.
¿Subir impuestos? ¡No hombre, no; entonces el empresario pierde una mezquina parte de sus ganancias; y si pierde esa mezquina parte va a repercutir en todos los demás!
¿Seguridad social? No nos pasemos tampoco; aportemos menos y en todo caso tomemos lo que podamos de la tajada: hospital nuevo que construímos hospital que administramos, por aquello de echar carbón a la máquina: para que el tren circule y todos con él, sí.
¿Servicios? ... Si pudieran volverían a plantear el consejo de los economistas del XIX: al trabajador lo imprescindible para que pueda seguir trabajando; engrasemos el tornillo para que no se parta. Si no hubiera sido por toda la izquierda, desde Owen al socialismo en todas sus vertientes (y para nada me refiero al espíritu de la “rerum novarum”) el trabajador continuaría desposeído de personalidad, reducido a mera herramienta de otros, sin más derecho a existir que el de seguir haciendo andar a la máquina.
Y luego nos damos, o bueno, se dan golpes de pecho.
Todas estas agrias reflexiones -y siento tener que hacerlas- me son suscitadas por otra idea de la derecha en este caso de nuestra región, que escuché en una emisora de radio local, hace unos días, estando en la sala de espera de un médico. A bombo y platillo anunciaban que, feliz idea de 9 Concejalías, un autobús “tipo rayo” de la empresa de transportes urbanos –por cierto una de las de precio más elevado del país-, comenzaría a pasearse por la ciudad para recoger donaciones de los ciudadanos (ropa, juguetes...) en aras a fomentar la solidaridad en estos tiempos de crisis. Y seguían ufanándose con que matarían dos pájaros de un tiro –esto es muy del burgués acomodado, lo de ahorrar aunque sea munición si bien luego haya otros goteos que difícilmente se justifiquen-: “al tiempo fomentamos una actividad
Ecológica”. Debe ser porque aquí a veces ha habido dudas de que reciclemos debidamente las basuras en los vertederos; me refiero a la empresa que tiene encomendada esta tarea, claro, porque el ciudadano sí se ha aprendido bastante bien lo de los diferentes tipos de contenedores para reciclar.
Yo no he de criticar cualquier gesto solidario, ni siquiera por supuesto la importante labor de Charitas Diocesana, mientras exista la gran injusticia de personas que apenas si tienen para comer. Pero de veras que ver al Ayuntamiento metido en estos gestos me produce vergüenza y pena, porque parece que nos quieren confundir: ¡qué buenos somos con los necesitados!, invitamos a echarles lo que nos sobre, lo reciclable, mientras nuestro jefe de partido se pone rojo de ira por la decisión gubernamental de subir impuestos para mantener servicios sociales.
Los que somos discapacitados y tenemos familiares muy cercanos igualmente discapacitados sabemos que con limosnas no arreglamos nada: que todos los hombres y mujeres, mujeres y hombres, tenemos los mismos derechos. Y yo al menos entiendo, además, que pasear un autobús durante un par de semanas para recoger donaciones no es en modo alguno el camino para superar injusticias: es un gesto casi vacío para cubrir el expediente y tranquilizar conciencias de manera muy artificial y rayando lo impresentable, mientras se invita al gobierno a no replantear la política fiscal y además a restar servicios sociales.
Si la mentalidad de nuestros gobernantes locales o nacionales estuviera abiertamente del lado de todos los seres humanos para ofrecerles una Seguridad Social que siga siendo sólida, si no les temblara el pulso creando más recursos para ayudar a llevar una vida aceptable a sus enfermos físicos y psíquicos, mayores; si se esforzaran en mayor medida por desarrollar políticas de empleo, si esa mentalidad estuviera más decididamente del lado de que hay que legislar y gobernar para mitigar en lo posible las diferencias sociales, directamente y no a base de “echar carbón a la máquina”, entonces yo me felicitaría de la circulación de ese autobús magnánimo y hasta consideraría que su recorrido debería ser permanente y no de tan mezquina duración. Entre tanto, lo siento pero su circulación me suena demasiado al gesto del catolicón limosnero –ojalá podamos decir que de antaño- que pone unos duros los domingos al salir de misa en la mano del primer indigente mientras en sus negocios se comporta como lobo del hombre. O peor, que pone la gorra para que los demás pongamos la limosna.
Claro, no es lo más triste que se les puede haber ocurrido!, salvo porque es un gesto que parece tapar tantas otras carencias en el modo de hacer politica de unos pocos en esta región y el país.

Pedro Egio. Miembro del Foro Ciudadano
http://www.forociudadano.org/

domingo, 4 de octubre de 2009

Gracias, Negra

No, no siempre mueren los buenos, mueren buenos y malos por igual. Hoy le ha tocado a alguien que, más allá de su bondad o maldad, le caracterizó su compromiso social. Personalmente, esa característica, suele bastarme para valorar a personas que, como Mercedes Sosa, sólo conozco por su trabajo y por dónde estuvieron cuando los demás les necesitaron; todo lo demás, no alcanzo a percibirlo. Por ello, porque estuvo siempre cerca de los humildes, de los humillados, de los exiliados, por todo ello, dejo aquí está emblemática canción, muy necesaria siempre para entender lo muy poco que necesita el ser humano para engrandecer su dignidad. Hasta siempre, Negra.


domingo, 20 de septiembre de 2009

De civismo, y otras rarezas

El análisis de nuestros comportamientos cotidianos, de cómo nos relacionamos unos con otros, de cómo nos dirigimos los unos a los otros, es un asunto candente en nuestra cotidianidad, del cual, es complicado eludir su influencia en nuestro estado de ánimo. Los malos modos, el intento de amedrentar mediante el lenguaje oral directo, acompañan nuestra existencia.

Esta mañana, minutos antes de comprar El País, y de leer el texto de Rosa Montero que transcribo a continuación, hablaba uno con un señor octogenario, al que respeto y admiro por su importante labor social en la política de Cehegín, sobre un hecho reciente, acaecido en un ámbito donde debieran primar los buenos modos y la libertad de expresión, del que fui triste protagonista, donde sufrí, en primer lugar, el desprecio de quienes hacían las veces de maestros de ceremonias en aquel ámbito, y, en segundo lugar, el silencio de la concurrencia incapaz de reaccionar frente a actitudes que, a buen seguro, habrán de soportar en sus carnes antes o después. Le decía yo a este señor, ante sus muestras de solidaridad que, en realidad, no debía preocuparse, ni yo rasgarme las vestiduras por semejante circunstancia, ya que somos un pueblo acostumbrado a soportar y permitir esos malos modos, y que, cuando se desarrollan en la vida cotidiana hablamos de mala leche, mientras que si lo hacen en la vida política, como es el caso al que me refiero, le solemos llamar fascismo.

Sin más, os dejo con la lectura del artículo de Rosa Montero publicado hoy en El País Semanal.

Santos López Giménez

Aprendiendo modales en el supermercado (Rosa Montero)


Hace algunos días, una amiga mía estaba haciendo cola delante de la caja de un supermercado. Era una hora punta y había mucha gente. Cuando llegó su turno, mi amiga, que ya había vaciado su cesta sobre la cinta, dijo: “Buenas tardes”. La cajera, una chica de aspecto andino, levantó sobresaltada la cabeza de su afanoso marcar y marcar. “Ay, señora, perdone, buenas tardes”, dijo con su suave acento ecuatoriano: “Es que una termina perdiendo los modales”. Y, mientras cobraba, le contó a mi amiga que llevaba cinco años en España y que, cuando llegó, se le habían saltado las lágrimas en más de una ocasión por la rudeza del trato de la gente: no pedían las cosas por favor, no daban las gracias, a menudo ni contestaban sus saludos. “Al principio pensaba que estaban enfadados conmigo, pero luego ya vi que eran así”.
De todos es sabido que el español tiene modales de bárbaro. Aún peor: consideramos nuestra grosería un rasgo idiosincrásico y hasta nos enorgullecemos de ella. “Somos ásperos pero auténticos”, he oído decir en más de una ocasión. Y también: “Es mejor ser así que andarse con esas pamemas hipócritas y cursis que se gastan otros pueblos”. Y por pamemas cursis nos estamos refiriendo pura y simplemente a la buena educación. En muchas cosas, por desgracia, seguimos siendo un país de pelo en pecho al que le gusta alardear de ser muy macho.
Resulta sorprendente que nos hayamos convertido en un pueblo tan áspero y tan zafio, porque, en mi infancia, a los niños se nos enseñaba todavía a saludar, a dar las gracias, a ceder el asiento en el autobús a las embarazadas, a sostener la puerta para dejar pasar a un incapacitado, por ejemplo. Hoy todos esos usos corteses, esas convenciones amables que las sociedades fueron construyendo a lo largo de los siglos para facilitar la convivencia, parecen haber desaparecido en España barridas por el huracán del desarrollo económico y de una supuesta modernización de las costumbres. En no sé qué momento de nuestra reciente historia se llegó a la tácita conclusión de que ser educado era una rémora, una práctica vetusta e incluso un poco de derechas. Me temo que defender los buenos modales, como hago en este artículo, puede parecerles a muchos una reivindicación casposa y obsoleta. Pero en realidad los buenos modales no son sino una especie de gramática social que nos enseña el lenguaje del respeto y de la ayuda mutua. Alguien cortés es alguien capaz de ponerse en el lugar del otro.
Dentro de esta educación en la mala educación que estamos llevando a cabo de modo tan eficiente, son los chicos más jóvenes quienes, como es natural, aprenden más deprisa. No sólo es bastante raro que un muchacho o una muchacha levanten sus posaderas del asiento para ofrecerle el sitio a la ancianita más renqueante y temblorosa que imaginarse pueda, sino que además empieza a ser bastante común ver a una madre por la calle cargada hasta las cejas de paquetes y flanqueada por el gamberro de su hijo adolescente, un grandullón de pantalones caídos que va tocándose las narices con las manos vacías y tan campante.
Algunas de estas madres llenas de impedimenta y acompañadas de hijos caraduras son emigrantes, lo que demuestra la inmersión cultural de la gente extranjera: las nuevas generaciones crecidas aquí enseguida se hacen tan maleducados como nosotros. Pero, por fortuna, también sucede lo contrario. Quiero decir que, en los últimos años, muchos de los trabajos que se realizan de cara al público, como los empleos de cajero o de dependiente en una tienda, han sido cubiertos por personas de origen latinoamericano. Dulces, amables y educados, esas mujeres y esos hombres siguen insistiendo en dar los buenos días, en pedir las cosas por favor y en decir gracias. Algunos, sobre todo aquellos que vinieron hace años, como la cajera que se encontró mi amiga, tal vez hayan relajado un poco su disciplina cortés, contaminados por nuestra rudeza. Pero la mayoría continúa siendo gentil con encomiable tenacidad, y así, poco a poco, están ayudando a desasnar al personal celtíbero. ¿No se han dado cuenta de que estamos volviendo a saludar a las dependientas? Yo diría que en el último año la situación parece haber mejorado. Las colas de los supermercados, con sus suaves y atentas cajeras latinoamericanas, son como cursillos acelerados de educación cívica. Quién sabe, quizá los emigrantes consigan civilizarnos.
http://www.elpais.com/articulo/portada/Aprendiendo/modales/supermercado/elpepusoceps/20090920elpepspor_13/Tes

lunes, 31 de agosto de 2009

El alma tiene extraños refugios...

"Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú. Donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú. Donde haya un esfuerzo que todos esquivan, hazlo tú. Sé tú el que aparta la piedra del camino".

Gabriela Mistral
Un año después, heme aquí ante el folio en blanco para tratar de dar forma escrita a un nuevo viaje de la serie que, desde 2005, anualmente, en el periodo estival vacacional, durante unos diez días, realizamos mi familia y yo, buscando el norte peninsular.
El medio natural es, y seguirá siendo, el elemento fundamental que guía el diseño de nuestros viajes. En torno a él vamos gestando el resto de actividades que le acompañan. Como ya hiciésemos el pasado año, dos han sido las ubicaciones en las que hemos asentado nuestro particular campamento base. Por un lado, las cercanías de los Parques Naturales de Urkiola y Gorbeia, concretamente el camping Zubizabala,
próximo a Otxandio, nos acogió durante tres días. Sus cimas más significativas fueron el destino de sendos ascensos que realizamos durante el segundo y tercer día de estancia. Las míticas cumbres vizcaínas del Anboto, abrupto en sus últimas estribaciones, y el Gorbeia, sin aparente dificultad, pero cuya ascensión asfixia al más pintado, supusieron un pequeño reto del que dimos cuenta no sin un punto de esfuerzo y pequeño sufrimiento, ampliamente superados por la recompensa del camino, entre bosques de hayedos y coníferas, y la feliz llegada a la cima, plena de hermosos paisajes donde los verdes bosques, profundos valles, caseríos y pueblos quedaban a nuestros pies. De entre los variados encuentros faunísticos, de bonitos insectos y aves, donde rapaces y córvidos multiplicaron sus apariciones en nuestro camino, quisiera destacar a la pequeña víbora que se nos cruzó mientras ascendíamos al Gorbeia, y al topillo que bajando del mismo encontramos enmedio de la umbría vereda que nos acompañaba.
Vizcaya nos despidió con una desapacible noche de humedad y niebla, cuya continuidad celebramos al amanecer. Buen sabor de boca nos dejaban las excursiones realizadas, así como el trato amable y atento de las personas que, tanto en el camping como en Otxandio y alrededores, cuando las requerimos, dieron respuesta a nuestras solicitudes de ayuda. Por estas tierras de Euskalerría, las buenas gentes, la gran mayoría, están tan hartas de malnacidos que, algunas de ellas, se ven en la obligación de, a modo de coletilla, enfatizar sobre su condición de hospitalarios. Escucha uno tanta estupidez, respecto a los ciudadanos vascos y/o catalanes, que no es de extrañar ese tipo de reacción. Bienvenido será el día en que ningún ciudadano del mundo haya de cargar en su conciencia con las tropelías y barbaridades de otros, pero, sobre todo, bienvenido será aquel día en que nadie haga reflexiones generalizantes, con ánimo de insulto y humillación, respecto de las gentes que compartan un espacio geográfico concreto.

Después de tres días, bajo un manto de niebla, a media mañana, tras levantar las tiendas de campaña, salimos para La Rioja, dejando atrás ese ambiente frío y húmedo, sin sospechar que, en lo sucesivo, sería el calor diurno el protagonista. El Valle del Cidacos era nuestro destino, en él permanecimos durante siete días. En concreto, una casa rural situada en una aldea, próxima a Enciso, llamada Poyales, nos acogió durante ese periodo.



Para hablar de Poyales, y de su casa rural, María, la dueña de la casa, a través de su página, os puede contar, mucho más y mejor que yo, sobre el pueblo, la casa rural y su entorno: http://www.elvalleencantado.com/ . Desde aquí, un gran abrazo para ella, de todos los que allí estuvimos.


Muchas y variadas fueron las actividades que, sobre la marcha, fuimos proponiendo desde este nuevo enclave, el cual, amén de su ubicación natural de privilegio, que en el pasado lo convirtiese en lugar de paso para el ganado trashumante entre el Valle del Ebro y la Meseta, sin embargo, a un tiempo, ha sido la mano del hombre la que, en un ambiente de fuertes pendientes montañosas, fue modelando, a base de terrazas, el paisaje, obteniendo el máximo rendimiento agrícola de unos espacios, a priori, de muy difícil explotación. No obstante, bosques de hayas, coníferas o encinas, a modo de islas, tuvimos ocasión de contemplarlos aquí y allá, así como un hermoso bosque de ribera, acompañando al Cidacos, en su trayecto medio-alto. Un intento de recorrer la Vía Verde del Cidacos, entre Arnedillo y Préjano, hubimos de reducirlo en distancia ante el rigor del calor, lo cual, sin embargo, no nos impidió contemplar la gran colonia de buitres que se aglutina en los farallones montañosos de las inmediaciones de Arnedillo.








La Historia, humana y natural, ha sido muy generosa con La Rioja, dejando legados que hoy exhiben los riojanos orgullosos de su pasado y de las huellas que de él han quedado. Ocasión tuvimos de visitarlas: unas, en algunos de sus más significativos monasterios, como el de Yuso, en San Millán de la Cogolla, donde se exhibe la copia facsimil de las Glosas emilianenses, el primer documento en el que asoma el castellano escrito, también el euskera; otras, sobre el terreno, como la senda de los dinosaurios de Enciso, visitando Valdecevillo, donde tuvimos ocasión de ver y tocar insitu las huellas de estos enormes reptiles del pasado.





Nájera, y su monasterio de Santa María la Real, donde se gestaron los reinos medievales, ambos de enorme belleza,
fueron motivo de otra de las visitas que tuvimos ocasión de realizar: lugares donde el peso de la Historia desborda tus sentidos.
Arnedo, con su ruinoso y hermoso castillo roquero, elevado sobre un imponente cerro, desde cuyo mirador se tiene una bella estampa de la ciudad y del valle del Cidacos, motivaron nuestra atención y constituyeron otra de las agraciadas visitas de cuyo privilegio gozamos. Aquí, en Arnedo, hicimos una incursión en su Casa de Cultura, visitando el Museo de Ciencias Naturales; de sus salas temáticas, nos encantó la dedicada a los yacimientos de Atapuerca, donde se exponen útiles prehistóricos y objetos para el adorno personal, la adoración y el culto, durante el Paleolítico Inferior; otra de sus interesantes salas lo es la de Paleontología, situada en lo que fuesen bodegas del edificio que alberga la actual Casa de Cultura, el Palacio del Arzobispo Argáiz, que contiene réplicas de huellas, cráneos, garras y dientes de dinosaurios, dando cuenta de las características de las especies que habitaron estos lugares hace millones de años. Mención especial merece su Biblioteca Pública, alojada también en la Casa de Cultura, con una estructura y diseño, respecto de la organización de su contenido y la difusión del mismo, muy interesantes, dando fe del buen hacer de sus gestores y administradores, y de la amabilidad para con los usuarios de dicha Biblioteca, de lo cual fuimos testigos.



La visita a la Feria de Artesanía de Calahorra, de alcance nacional, con artistas llegados de todas partes, concediéndonos el honor de ser testigos de su trabajo; y el paseo por la ciudad de Logroño, pequeña pero coqueta, ocuparon nuestro penúltimo día de estancia en La Rioja.
Al llegar el décimo día de nuestro viaje tocaba volver y, en ese retorno, una inesperada parada nos esperaba antes de llegar a la vecina Soria: Numancia, ciudad celtibérica y romana, provocó esa parada no programada cuya visita satisfizo ampliamente las expectativas que esa mítica ciudad provoca. Y, antes de enfilar la ruta de vuelta definitiva, Soria, la Soria de Machado, aunque sólo fuese para andar algunas de sus céntricas calles y plazas, encontrando múltiples referencias al poeta, supondría nuestro último alto en el camino.






...y de este extraño refugio, este viaje, como todos los viajes, renueva tu alma, la purifica actuando a modo de chorro de aire fresco confiriéndole una visión renovada de la realidad. El pasado año, al introducir el relato de nuestro viaje al Baztán, lo hacía apoyándome en la reflexión de Haro Tecglen “es menos doloroso escribir que guardar”. Ahora, unos cuantos días después de volver de nuestro viaje, me doy cuenta de que esa máxima, en mi fuero interno, sigue más viva que nunca. Las razones últimas, de esa vitalidad, es probable que difieran muy poco respecto de otros momentos, tal vez, sí que difiera mi percepción actual. Percibir una amenaza cercana, de consecuencias imprevisibles, es una de las sensaciones más paralizantes, y horribles, a las que ha de hacer frente un ser humano, lo cual, sin duda, entra en contradicción con nuestra condición animal. Maldad con saña, son las tres palabras que definen a esa amenaza. Amenaza cuya influencia sobre la tranquilidad de mi familia me inquieta, y me lleva a formular esta reflexión como epílogo de un escrito que, como tantos otros, pretende ahuyentar esa nociva percepción, combatirla con entereza y evitar el daño que me está haciendo.
Santos López Giménez

sábado, 29 de agosto de 2009

El temor de los intelectuales a la política

El tema, para una mayoría, puede resultar menor. Para la misma mayoría que sostiene, mediante un clientelismo obsceno, las estructuras del poder político, sin que importen, ni de lejos, planteamientos de futuro que fomenten una cultura social democrática donde prevalezca el sentido crítico.
El autor, se expresa desde la globalidad, no obstante, echad un vistazo en vuestro ambiente inmediato, es muy sencillo localizar los variados aspectos globales que nos enuncia.
El compadreo es la lacra más nociva de nuestra sociedad, no sólo el conformismo.
En todo caso, visiones domésticas a un lado, merece la pena leer con detenimiento la propuesta que Ramin Jahanbegloo nos hace hoy desde la tribuna de El País.


El temor de los intelectuales a la política

Las dos culturas, el conocido ensayo del científico y novelista británico C. P. Snow, salió a la luz en 1959. Snow defendía ahí la tesis de que el colapso de la comunicación entre las dos culturas de la sociedad moderna -las ciencias y las humanidades- era un freno para la resolución de los problemas del mundo. Medio siglo después, el debate iniciado por Snow ha tomado una nueva forma. El siglo XXI representa, en términos generales, la separación de los intelectuales y la política. Pocas veces habían estado tan alejados los intelectuales y el mundo político.

Los intelectuales críticos son hoy una especie en vías de extinción. Temen la política, y se diría que la política muestra una indiferencia absoluta por todo lo que se pueda denominar intelectual. Hay otros muchos que consideran que nos encontramos ante un declive de lo intelectual. Según ellos, la intelectualidad se ha distanciado de la esfera pública para acercarse a un mundo cada vez más profesionalizado y más empresarial. En otras palabras, los intelectuales están perdiendo su autoridad pública para dirigirse al poder, al tiempo que cada vez son más incapaces de realizar sus funciones de una forma independiente y crítica. Nunca se habían mostrado tan profundamente opuestas la conciencia crítica y la esfera pública.

Parece que los intelectuales de hoy pensaran que puesto que todas las verdades morales son relativas, ya no hay necesidad de ser la voz moral de un mundo sin voz. El afán de ciertos intelectuales de aparentar que lo políticamente correcto y sensato es desestimar la importancia que tienen los imperativos morales en la esfera pública no es más que una forma de hacer coincidir las necesidades humanitarias urgentes del mundo en el que vivimos con las necesidades concretas de su carrera o su ascenso profesional. Asalariados, ocupando cátedras o titularidades permanentes, pensionistas, muchos intelectuales se encuentran encadenados a la rueda de una carrera y una profesión respetables que paradójicamente estanca su capacidad para la crítica en un contexto no conflictivo.

Para ser más precisos, los mezquinos intereses personales han destruido los llamados intereses públicos de los intelectuales. Al olvidarse de la política, rápidamente y sin dejar lugar para el arrepentimiento, muchos intelectuales del mundo actual degradaron y abandonaron la idea de la esfera pública, transformándose en defensores de la cultura de masas carentes de todo sentido crítico. Es en virtud de esta falta de sentido crítico con respecto a la vida pública por lo que los politólogos y los expertos culturales han venido a sustituirlos como actores sociológicos en el mundo contemporáneo. A los intelectuales ya no les interesa reflexionar y debatir sobre los valores, su único interés reside en el comentario de los hechos. Así, con la aparición de la aldea global postindustrial, dominada por las redes mediáticas y la comunicación tecnológica, en las que las voces disidentes suelen estar acalladas, una "epidemia de conformismo" ha paralizado al completo la vida pública, convirtiéndola en una entidad impulsada única y exclusivamente por el mercado.

Para investigar la evolución del compromiso de los intelectuales en la historia europea del siglo XX, tenemos que empezar con el affaire Dreyfus y la aparición de la categoría "intelectual". Pese a las diferentes posturas que cristalizaron durante el affaire Dreyfus, ambas partes estaban de acuerdo en que el intelectual tenía que comprometerse. Uno de los que participó a favor de Dreyfus fue Julian Benda, el filósofo judío conocido fundamentalmente como autor de La traición de los intelectuales, donde afirma que "la labor del intelectual es defender los valores universales, por encima de la política del momento". Para Benda, por consiguiente, el intelectual es un sujeto que opera dentro de un marco moral y se atiene a unos valores trascendentales, libre de las impurezas de la política. Probablemente Zola se merece este honor, no por sus novelas, sino porque llegó a ser un intelectual que atacó la injusticia, el prejuicio y la intolerancia en la esfera pública. De este modo restauró la función que Sócrates había reservado para el filósofo: defender la universalidad de la búsqueda de la verdad y luchar contra la violencia.

El método de Sócrates para dominar la violencia era el uso del diálogo frente a las convicciones políticas. Con su mayéutica -conócete a ti mismo- Sócrates invitaba a los atenienses a interrogarse. Y aunque sea un fin en sí mismo, aprender a interrogarse es también una condición y un punto de partida para cualquier intelectual que quiera obrar honestamente. La honestidad es abrirse a la pluralidad humana; es cobijar la idea, intrínseca al trabajo de un intelectual dialógico, de que cada persona contiene "multitudes", como dice Whitman en su Canto a mí mismo. Todo intelectual necesita de esta multiplicidad, no sólo para conectar con los otros, sino también para ensalzar y valorar, como un elemento constitutivo del mundo, las diferencias que existen entre las personas. La idea de diferencia presupone otro valor igualmente esencial a la condición de intelectual: el respeto.

Una de las tareas del intelectual es pensar en cómo reformar y mejorar la sociedad. Su empeño primordial debe centrarse en la educación cívica de los otros ciudadanos para la responsabilidad que entraña la auto-gobernanza democrática. ¿No perdería todo el significado que tiene para nosotros el valor supremo de la historia si admitiéramos que son muchos los intelectuales que consideran que lo que denominamos examen crítico de la esfera política es un ejercicio fútil? Si no se lee y se ejerce el espíritu crítico, la historia podría convertirse en una simple repetición de los errores humanos. Por el contrario, cuando se comprometen con la historia, los intelectuales no sólo necesitan una mente abierta, sino también crítica, capaz de entender que las verdades pueden ser parciales; una mente que se interrogue continuamente. Lo importante aquí es que la manera de protegerse contra toda tentación de colaboración con el mal es interrogarse y reflexionar con sentido crítico.

Con este planteamiento, la pregunta es: ¿cómo se puede hablar de preservar la ética en la esfera política y de no caer en el mal cuando han dejado de existir los absolutos morales? Poco después de terminada la guerra, en 1945 y en uno de los primeros ensayos que aparecieron al respecto, Hannah Arendt decía que "el problema del mal será el tema fundamental de la vida intelectual en la Europa de posguerra, de la misma manera que la muerte fue el tema de reflexión fundamental después de la Primera Guerra Mundial". Creo que Arendt estaba en lo cierto, sobre todo porque en el mundo de hoy el problema del mal y sus implicaciones políticas constituye un desafío importante para el estatus público y la integridad moral de los intelectuales.

Cierto es que todos somos moralmente responsables de las calamidades e injusticias del mundo en el que vivimos. Pero no es menos cierto que el papel social y político de los intelectuales conlleva una mayor responsabilidad moral. Como señala Max Weber, el compromiso intelectual requiere la ética del héroe, pues hace falta una gran valentía moral para enfrentarse a las responsabilidades que se adquieren en la esfera pública.

Muchos creen, por supuesto, que ser hoy un intelectual comprometido con la vida pública no es nada del otro mundo, ya que ser demócrata y vivir en una democracia no supone ningún riesgo, ningún desafío. Pero, dado que no puede haber una democratización y una globalización reales si no están acompañadas de una labor crítica real por parte de los intelectuales, en su función de contrapoderes, ser hoy un intelectual crítico significa también ejercer de conciencia moral del mundo globalizado. Por eso, para los intelectuales comprometidos, la verdadera lucha no se limita a estar a favor o en contra de la política, sino que se trata sobre todo de una batalla en defensa de lo humanitario frente a lo inhumano. Se trata de tener la valentía de alzar la voz en nombre de la no violencia y en contra de la injusticia. Por esta razón, aunque el concepto haya perdido hoy la fuerza que tuvo en el momento del caso Dreyfus, se ha de mantener la función del intelectual público. Mientras los humanos sigamos creyendo que la esperanza no es una palabra fútil, los intelectuales no dejarán de ser útiles en todas las sociedades.

Ramin Jahanbegloo, filósofo iraní, es catedrático de Ciencias Políticas en la Universidad de Toronto.
Traducción de Pilar Vázquez

http://www.elpais.com/articulo/opinion/temor/intelectuales/politica/elpepiopi/20090829elpepiopi_11/Tes/

sábado, 25 de julio de 2009

Llegaremos a tiempo




Si te arrancan al niño, que llevamos por dentro,
Si te quitan la teta y te cambian de cuento
No te tragues la pena, porque no estamos muertos
Llegaremos a tiempo, llegaremos a tiempo.

Si te anclaran las alas, en el muelle del viento
Yo te espero un segundo en la orilla del tiempo
Llegarás cuando vayas más allá del intento
Llegaremos a tiempo, llegaremos a tiempo

Si te abrazan las paredes desabrocha el corazón
No permitas que te anuden la respiración
No te quedes aguardando a que pinte la ocasión
Que la vida son dos trazos y un borrón.

Tengo miedo que se rompa la esperanza
Que la libertad se quede sin alas
Tengo miedo que haya un día sin mañana
Tengo miedo de que el miedo, te eche un pulso y pueda más
No te rindas no te sientes a esperar.

Si robaran el mapa del país de los sueños
Siempre queda el camino que te late por dentro
Si te caes te levantas, si te arrimas te espero
Llegaremos a tiempo, llegaremos a tiempo.

Mejor lento que parado, desabrocha el corazón
No permitas que te anuden la imaginación
No te quedes aguardando a que pinte la ocasión
Que la vida son dos trazos y un borrón.

Tengo miedo que se rompa la esperanza
Que la libertad se quede sin alas
Tengo miedo que haya un día sin mañana
Tengo miedo de que el miedo te eche un pulso y pueda más
No te rindas no te sientes a esperar.

Sólo pueden contigo, si te acabas rindiendo
Si disparan por fuera y te matan por dentro
Llegarás cuando vayas, más allá del intento
Llegaremos a tiempo, llegaremos a tiempo.

Sólo pueden contigo, si te acabas rindiendo
Si disparan por fuera y te matan por dentro
Llegarás cuando vayas, más allá del intento
Llegaremos a tiempo, llegaremos a tiempo.

Rosana

jueves, 9 de julio de 2009

NO RESPONDAS A ESE "TROLL"

Días pasados, creyendo echar una mano, participé con unos comentarios en un blog amigo. El autor del blog, con anterioridad, unos días antes, lanzó una especie de SOS respecto de las muchas falacias e insultos que, según él, se venían emitiendo, por parte de anónimos, en determinados blogs y páginas de internet, hacia su persona. Esa fue la causa por la que decidí emplearme un poco más a fondo de lo normal respecto de semejantes criaturas, los anónimos de internet. Este blog, mi blog, desde que lo puse en marcha, mantiene un lema, el de no dar cancha a indeseables personajes de calenturientas mentes cuyo único fin es el insulto gratuito sin importarles el contenido de los debates. Por todo ello, he considerado oportuno, publicar el artículo que viene a continuación:
NO RESPONDAS A ESE "TROLL"
Mercè Molist
Los buscabroncas en Internet tienen nombre propio: "Trolls". Posiblemente los haya visto escribiendo comentarios incendarios en algún foro o "blog" y sabrá que afearles la conducta no sirve de nada. Los "trolls" disfrutan haciendo perder los estribos, buscan llamar la atención, vengarse de alguien o sabotear el sitio. Lo mejor es pasar olímpicamente de ellos.Como cualquier comunidad humana, las zonas de charla de Internet tienen sus propias leyendas y mitos. Uno de ellos es el "troll", un personaje usualmente anónimo que manda comentarios groseros a foros, chats y blogs. No entran en este concepto quienes se dejan llevar por una calentura momentánea. El "troll" lo hace siguiendo una fría estrategia.Aunque la palabra remite a los ogros de los cuentos, su uso en Internet proviene del verbo inglés "to troll", que significa pescar con cebo: el mensaje insultante o bromista del "troll" actúa como anzuelo para que piquen los más sensibles, respondan en masa y se arme la de Dios. Nada gusta más a un "troll" que provocar montañas de mensajes de protesta. Y si la bromita degenera en una "guerra incendiaria" ("flame war", en inglés), mejor. Se llama "guerras incendiarias" a las discusiones subidas de tono. El "troll" las crea y también las aviva. Algunas han provocado el cierre del foro en cuestión.Los "trolls" adoptan personalidades ficticias o bien impersonan a los miembros legítimos del foro. Envían mensajes fuera de tema, hacen preguntas tontas o insultan. Son inmunes a las críticas que provocan. Les divierte irritar a los internautas más inocentes o irascibles, quienes no se percatan de que se está jugando a provocarlos.En su ensayo "Trolls de Internet", Timothy Campbell explica: "Los "trolls" no captan que hieren a gente real. Para ellos, los demás usuarios no son del todo humanos sino una especie de abstracción digital. Como resultado, no sienten ningún tipo de pena por el dolor que infligen. De hecho, cuanto mayor sea el sufrimiento que causan, mayor es su logro".Por eso se utiliza la frase "No alimentes al troll" cuando uno de ellos entra en escena. Campbell asevera: "Devolver los insultos a un "troll" sólo sirve para incitarle, por lo que no responderle es anularle. Si intentas razonar con un "troll", él gana. Si insultas a un "troll", él gana. Si chillas a un "troll", él gana. Lo único que los "trolls" no pueden aguantar es que se les ignore".Neal Stephenson, en su libro "Cryptonomicon", también hace referencia a estos personajes: "Discutir con extraños anónimos en Internet es un juego de bobos porque casi siempre acaban siendo quinceañeros con ínfulas de superioridad y una gran cantidad de tiempo libre, o gente indistinguible de estos". Para algunos es un deporte, con trucos propios, como invocar a su libertad de expresión o amenazar con denuncias. También se practica en grupo, como explica el "Manual de Invasión de un Foro": "El equipo observa durante un tiempo el foro que quiere atacar. Cada "troll" decide qué personaje falso será y pacta una forma de comunicación privada para ir reconduciendo la estrategia". El primer asalto es subterráneo: los "trolls" participan en el grupo como un contertulio más, sin crear polémica. En el momento pactado, uno de ellos manda el mensaje incendiario. El resto sembrará la confusión respondiendo airadamente".La victoria, explica el manual, llega cuando se ha conseguido sembrar totalmente la discordia: "Los habituales del foro lo abandonan, la mayoría de conversaciones son discusiones, los "trolls" reciben mensajes privados con insultos y el moderador del foro amenaza con echarles".
TIPOS DE "TROLLS"
1. EL DIRECTO. Envía un mensaje con un título sumamente inflamatorio que garantiza réplicas furiosas, a las que responderá inmediatamente. Por ejemplo llamar "racistas asquerosos" a un foro de "skinheads".
2. EL TONTO. Envía un mensaje con un título divertido y un texto estúpido con la intención de gastar una broma. Por ejemplo, preguntar en un blog de pesca: "¿Cómo era para poner un anzuelo?".
3. EL GOLPEA, CORRE Y MIRA. Manda un mensaje provocativo para que la gente se pelee. Por ejemplo, en un foro de animales domésticos, asegurar que los perros son mejores que los gatos, para enfrentar a sus dueños.
4. EL ESTRATEGA. Empieza mandando mensajes normales que cada vez serán más provocadores. Por ejemplo, preguntar a un grupo de fanáticos de los alienígenas: "¿Cómo sé si he sido abducido?". A medida que le vayan respondiendo en serio, mandará nuevos mensajes con detalles cada vez más surrealistas para tomarles el pelo.
5. EL VENGATIVO. Es el "troll" más visceral. Suele ser un habitual del foro que ha cogido ojeriza a una persona o a todo el grupo y les manda mensajes públicos insultantes.
6. EL PERSISTENTE. Persona extraña y conflictiva que aterriza en un foro y se queda una buena temporada, sin importarle las críticas a sus mensajes. Suele interpretar un papel, como hacerse pasar por franquista.
7. EL "CASCADA". Persigue generar el mayor número posible de respuestas a sus provocaciones. Cuando ve que la discusión que ha generado flojea, la aviva mandando más.
8. EL TÍTERE. Utiliza identidades diferentes para participar en un mismo foro, respondiéndose a sí mismo como si fuese dos personas. Por ejemplo, si una de sus identidades inicia una discusión, usa la otra para respaldarla o incluso criticarla.
http://ww2.grn.es/merce/2008/trolls.html

miércoles, 24 de junio de 2009

Murcia como relato: una ficción política

El título de esta entrada, corresponde al título con el que el diario La Verdad ha publicado hoy un artículo a Patricio Hernández, presidente del Foro Ciudadano de la Región de Murcia.
En él, Patricio, trata de buscar las claves de la gran paradoja electoral que nos contempla a los ciudadanos de esta región. Nos contempla, a la par que le damos forma: los ciudadanos somos los responsables últimos de semejante panorama.
En realidad, muy poco se podría añadir, si cabe, que las opciones o alternativas están, igualmente, bajo mínimos; la izquierda regional, de existir, a modo de organizaciones sociales con presencia electoral, tiene discursos que, salvo en el cuerpo a cuerpo, difieren poco de la anodina y cansina cantinela de la derecha, esa que no requiere mas que ser papagayos de letanías aletargantes.
Bueno, ya me he extendido demasiado, es Patricio quien, como de costumbre, nos deja una de sus magistrales y elocuentes reflexiones.

Murcia como relato: una ficción política

Es una coincidencia de gran simbolismo. Ese día un Valcárcel especialmente sobrado exhibía su autosuficiencia en el último debate sobre el Estado de la Región frente a una oposición a la que sólo unas semanas antes había infringido la más humillante derrota electoral, la decimoséptima consecutiva desde 1993.

En el debate Valcárcel presumió nuevamente de su buena gestión en los tiempos de bonanza y de la adopción de rápidas y eficaces medidas contra la crisis, frente a la incompetencia del gobierno de Zapatero y su empeño en mantener la discriminación contra Murcia en agua, infraestructuras y financiación, identificados como los grandes problemas de la región.

Hasta poco antes del estallido de la crisis las ideas fuerza de su discurso eran que crecíamos más que los demás y teníamos menos paro; ahora, que su gobierno había sido el primero en reaccionar frente a la crisis. El papel atribuido a Zapatero también se ha modulado: si antes nos castigaba sin poder impedir nuestros éxitos, ahora se insiste en que lastra y frena nuestras capacidades de desarrollo.

Los mismos días del debate el Consejo Económico y Social (CES) de la Región de Murcia hacía pública su Memoria sobre el año 2008. Con el rigor y la independencia que se le reconoce, este órgano consultivo de la Comunidad Autónoma describe un estado de la región que en poco se parece al relato autocelebratorio que el presidente regional estaba haciendo en ese mismo momento.

Así en la memoria se reconoce que nos alejamos de la riqueza media de los españoles ya que “durante los años de bonanza económica la economía murciana no ha podido converger al nivel de desarrollo promedio de España” en términos de PIB o de renta bruta familiar por habitante, y tampoco lo hace en la etapa de recesión. El PIB por habitante en 2008 ha descendido 2,7 puntos en relación al de 2003, ampliándose nuestra desigualdad con la media española en cuatro puntos en un lustro.

Por otra parte nuestra riqueza se reparte cada vez peor y la acción del gobierno es más ineficaz en su redistribución. “Entre 1999 y 2006, la mitad de la población más rica de la Región de Murcia ha aumentado su participación en la renta total en detrimento de la otra mitad.” Así el 20% más rico de la población ha aumentado su participación del 33,5% al 38,4%, mientras el 20% más pobre ha pasado del 10,3% al 7,3%. La proporción entre ambos grupos ha pasado de ser 3,3 a 5,2 veces mayor.

Además "los resultados confirman que el crecimiento económico no garantiza la reducción de las tasas de pobreza” que han permanecido inalteradas a lo largo del periodo 2004- 2007. En promedio, aproximadamente, la tasa de pobreza se ha situado inalterablemente en torno al 25% de la población residente en la Región de Murcia, sin recortar nuestra distancia con la media española (20%).

Una situación semejante encontramos si analizamos con detalle y con la ayuda de otros informes igualmente serios la calidad y resultados de nuestros sistemas educativo y sanitario (ambos competencias regionales), el nivel de nuestros salarios y pensiones, la calidad del empleo, o los principales indicadores medioambientales ( la insostenibilidad que expresan el índice de consumo de agua, de ocupación del territorio o de producción de gases de efecto invernadero), etc., por no hablar de la calidad de nuestro sistema democrático ( con la mayor extensión de la corrupción política de nuestra etapa democrática y una palpable pérdida de pluralidad informativa).

Valcárcel ha anunciado que no va a volver a presentarse como candidato a la presidencia regional. Está pues cerca del final de una larga gestión que alcanzará 16 años en 2011. Ha tenido tiempo suficiente para desarrollar un proyecto político pero ya hemos comprobado que no ha logrado, disponiendo de grandes competencias y recursos, acercar la riqueza de los murcianos a la española, distribuirla mejor o reducir la pobreza, como tampoco ha conseguido aumentar la sostenibilidad ambiental, robustecer la calidad democrática, mejorar los resultados comparados de nuestra educación o de nuestra sanidad, ni aumentar la disponibilidad de agua que en su opinión era el principal problema regional.

Entonces, ¿como es que se va a ir con el mayor apoyo electoral que ha tenido prácticamente ningún otro presidente autonómico?

La respuesta es que tener éxito electoral, incluso de forma abrumadora como ocurre con el PP murciano, no es tener razón y tiene poco que ver con la solución de problemas reales de la gente. Con lo que tiene que ver es con el éxito en la socialización de un relato- repetido, maniqueo, sencillo, fácil de comunicar-, aunque esté en contra de las evidencias materiales o estadísticas, por que en nuestras sociedades mediatizadas la lucha política consiste en esto, en una batalla por imponer una narración que nos procure una determinada interpretación de la realidad y cree una ilusión de sentido, que diría el maestro Carles Egea, y que sólo cederá ante la fuerza mayor de otro relato, diga lo que llamamos realidad lo que diga.

Patricio Hernández
Presidente del Foro Ciudadano de la Región de Murcia
http://www.laverdad.es/murcia/prensa/20090624/opinion/murcia-como-relato-ficcion-20090624.html
http://www.forociudadano.org/

lunes, 15 de junio de 2009

Hacerse lo que se es

"En cuanto a la dignidad precisaré ante todo que por ello entiendo el talante y el comportamiento que dan sentido humano a lo que la vida arroja sobre nosotros. No podemos evitar la agonía, ni la desgracia ni el súbito enriquecimiento, ni tantas cosas buenas o malas, como no podemos evitar situaciones en las que hemos de tomar una decisión entre varias posibles. Pero si podemos afrontar todo eso convirtiendo lo azaroso en algo insertable en nuestra biografía, congruente con lo que somos; casi me atrevo a decir, como si naciese de nosotros lo que nos ha sobrevenido. Hacerlo nuestro desprendiéndolo del azar como algo que "tenía que sucedernos", es hacerlo humano. Para mí eso es la dignidad. Con ella somos casi creadores -incluso aprovechando lo imprevisto- de ese "hacerse lo que se es" en que consiste el vivir".

La reflexión fue hecha por José Luis Sampedro en su libro "La escritura necesaria". Hará unos tres años, tuve la suerte de leerlo. En conjunto, mereció la pena su lectura, pero, sólo el hallazgo de tan hermosa reflexión, hubiese sido suficiente.

Hacerse lo que se es, sabiéndote miembro de una comunidad que en ocasiones reconforta tu alma, pero, las más de las veces te hace sonrojar. Es entonces cuando tu espíritu sucumbe al vacío, cuando los esbozos de valentía dan paso al tenebroso e impertinente miedo. Éste, te acorrala, te indica el camino, te enseña sus cartas, te muestra su maestría en las artes de la Mafia: saca de la manga retratos de tus seres queridos, te los muestra, al tiempo que pretende segar los restos de los sueños y las ilusiones que un día cometiste la osadía de forjar.

Aún así, la reflexión de Sampedro adquiere su máxima vigencia, porque tus sueños, tus ilusiones, no están sometidos a las estructuras mafiosas de sinvergüenzas sin escrúpulos; tus sueños, tus ilusiones, hace tiempo que los ubicaste allí donde semejantes garras jamás podrán acceder. No dudo de que, prestas y dispuestas, esas afiladas garras, habilitadas garras, tratarán de eliminar los vestigios de su presencia. Ahí te encontrarán, ahí seguirás haciéndote lo que eres, ahí, la defensa de la dignidad de muchos seguirá siendo la defensa de tu dignidad.

Santos López Giménez

lunes, 25 de mayo de 2009

Humberto Ríos

Los pasados 27 y 28 de febrero y 1 de marzo, tuvieron lugar en Caravaca las VIII Jornadas de Medio Ambiente Comarca Noroeste, bajo el título Energía, economía y medio ambiente (II) . Desde Caralluma, nos invitan a recordar, mediante la siguiente grabación, dividida en siete partes, la charla, sobre "Innovación, cambio climático y agricultores", que impartiese Humberto Ríos Labrada, Técnico del Instituto de Ciencias Agrarias de Cuba. Espero os guste, es divertida, formativa, pero, sobre todo, apasionante.













domingo, 24 de mayo de 2009

La derechización de los intelectuales españoles

Os dejo un artículo cuyo contenido no tiene desperdicio. Refleja los posicionamientos actuales ideológicos, en ese sector social, los intelectuales, cuyas opiniones, queramos o no, van dejando un poso que, finalmente, es el que condiciona las posiciones de un importante número de ciudadanos. A poco que echemos mano del retrovisor, y hagamos una somera comparación de principios, objetivos y estrategias, es fácil adivinar, percibir, el tufo derechoide, hoy día, entre la militancia de base de los partidos de izquierda en nuestro país. Pero, como suelo decir, cuando reproduzco estos interesantes documentos, lo mejor es que leáis su contenido.

Santos López Giménez


Las ideas liberal-conservadoras son hoy hegemónicas en la esfera pública en nuestro país. En muchos casos son defendidas con ardor por gente que fue progresista en su juventud, y a veces, hasta marxista-leninista

IGNACIO SÁNCHEZ-CUENCA 24/05/2009. El País.
Aunque viene de atrás y el proceso ha sido gradual, en los últimos años se ha acelerado, y desde luego se ha hecho más visible, un muy notable desplazamiento de buena parte de los intelectuales españoles hacia posiciones conservadoras y derechistas. Los intelectuales -entendiendo por tales, en un sentido muy amplio, a aquellas personas con un protagonismo destacado en la esfera pública: profesores universitarios, periodistas, escritores, etcétera- se han derechizado, muchas veces a cuenta de la negación de la diferencia misma entre la izquierda y la derecha, que consideran superada, mistificadora o simplemente sectaria.

Siempre ha habido muchos intelectuales de derechas y, como es lógico, continúa habiéndolos. Ocurre así en todas partes. Lo que no resulta tan habitual es que en el lado opuesto del espectro ideológico haya habido una especie de desbandada generalizada. Muchos de quienes escribían antes desde posiciones a veces furiosamente radicales o revolucionarias, hoy defienden no valores liberales, como quizá cabría esperar, sino ideas que sólo cabe calificar de reaccionarias.
Este cambio se hace especialmente chocante en los casos más extremos, en aquellos que defendían la dictadura del proletariado, el marxismo más estricto, el derecho a la autodeterminación de los pueblos, o incluso a la propia ETA. Muchos de ellos andan hoy en las antípodas de todo aquello. Sus preocupaciones ahora son muy distintas, como la defensa de la unidad de España, la guerra a los nacionalismos periféricos, el desprecio a la socialdemocracia, el combate frente a esas espectrales amenazas del relativismo y el multiculturalismo, el lamento por la pérdida del modelo antiguo de la educación, basado en la jerarquía y la disciplina, o la defensa, en nombre del realismo y la madurez, de cuantas intervenciones armadas tengan a bien emprender Estados Unidos e Israel.
Hay, por supuesto, casos mucho menos llamativos, pero seguramente más abundantes, de intelectuales que fueron de izquierdas, socialistas por ejemplo, que se identificaron en su momento con el proyecto de Felipe González, y que han pasado a abrazar una confusa mezcla de liberalismo y nacionalismo español que cristaliza en el desprecio a la figura de José Luis Rodríguez Zapatero. Muchos de ellos han dedicado grandes esfuerzos a hacer escarnio de esa pobre figura imaginaria, casi mítica, del progre profundamente antiamericano, que apoyaba a Fidel Castro, que tenía sus ambigüedades ante el terrorismo, que veía casposa la idea misma de España, que rechazaba los métodos memorísticos en la escuela, que hacía apología de un pacifismo ingenuo, que pensaba que la policía era un cuerpo represivo... En fin, un discurso perteneciente en todo caso al género autobiográfico y hecho en realidad con el claro afán de justificar ante sí mismos y ante la sociedad cambios ideológicos pendulares, que van de un extremo a otro. ¿Cuántos artículos de opinión en esa línea no hemos leído en las páginas de este periódico en los últimos, digamos, 15 años?
Quizá sea la cuestión eterna sobre el ser de España la que mejor ha permitido visualizar el cambio al que me refiero. Si en otros tiempos los intelectuales de izquierda creyeron tener una suerte de afinidad natural con los movimientos nacionalistas vascos y catalanes que reclamaban un Estado propio, hoy han abjurado completamente de aquellas ideas y las han sustituido por otras no menos dogmáticas y esquemáticas que las anteriores, según las cuales estos nacionalismos son un vestigio de la "tribu", una doctrina irracionalista de principio a fin que no cabe en nuestro orden liberal. El término "tribu" es hoy un comodín tan gastado como en su día lo fue el "sistema" o los "poderes fácticos".
Como una derivación natural de la cuestión nacionalista, la lucha contra el terrorismo de ETA ha tenido efectos similares. En estos últimos años han surgido, como si fueran setas, intelectuales que se mostraban muy indignados con los etarras, justo cuando ETA menos mataba. Estos antietarras sobrevenidos, que no se ocuparon de este drama en los tiempos realmente duros, y que escriben bien alejados del País Vasco, se han aprovechado descaradamente del prestigio moral que otorga la resistencia frente a ETA para hacer su peculiar ajuste de cuentas con las ideas que defendieron antaño.
Como todo fenómeno complejo, la derechización creciente de los intelectuales que fueron de izquierdas tiene múltiples causas. En primer lugar, cabe destacar el espíritu de los tiempos. El auge del neoconservadurismo por un lado, así como el colapso del marxismo que, por muy distintas que fueran las formas que adoptara, servía al fin y al cabo de lengua común de la izquierda, sumado todo ello a la confusión sobre el papel que puede desempeñar la socialdemocracia en el capitalismo actual, ha creado un clima propicio para el abandono de las antiguas convicciones ideológicas. No son pocos los que se han dejado arrastrar cómodamente por esta corriente. Aunque se suponga generosamente que los intelectuales somos gente que piensa por sí misma y revisa críticamente sus ideas, en realidad nos dejamos influir por las modas y las tendencias tanto o más que el común de los mortales.
El espíritu de los tiempos tiene además una especificidad propia en España. La historia política de nuestro país ha sido extremadamente convulsa. Sólo así se explica que muchos intelectuales abrazaran el izquierdismo para oponerse a Franco. Desaparecido éste, fueron evolucionando en la democracia hacia posiciones liberales que son las que habrían tenido de forma casi natural, por su origen social y formación, si España no hubiera pasado por una dictadura tan prolongada. A esto hay que sumar el estigma que ha arrastrado en nuestro país la derecha democrática debido a sus conexiones con el régimen anterior. Algunos intelectuales se atrevieron a hacer explícitas sus nuevas posiciones sólo cuando, tras la llegada del PP al poder en 1996, ese estigma comenzó a diluirse.
Hay también una cuestión generacional que no cabe soslayar. Los intelectuales que han tenido una fuerte presencia en la esfera pública desde los tiempos de la transición, cuando eran todavía muy jóvenes, tuvieron sus años de gloria bajo los primeros Gobiernos de Felipe González. Lo llamativo es que no se resignen a perder el oligopolio de las letras 30 años después. En un país normal, con un sistema político consolidado que lleve largo tiempo funcionando, la renovación de personas e ideas se produce con total naturalidad. Aquí no. Es anómalo que las personas que nacieron, aproximadamente, entre 1935 y 1950, comenzaran tan pronto y acaben tan tarde.
Su incomprensión y su desconcierto ante la generación socialdemócrata en el poder salen a relucir casi a diario. Que se trata de una cuestión generacional queda meridianamente claro por el tono de riña y suficiencia que se emplea para realizar lo que debería ser la crítica razonable al Gobierno y a su presidente. Esa falta de entendimiento generacional explica también, según me parece, la deriva liberal-derechista de tantos intelectuales que, sin embargo, se identificaron, con mayor o menor entusiasmo, con los Gobiernos socialdemócratas de Felipe González.
Este abandono de la izquierda ha provocado una creciente hegemonía de las ideas liberales-conservadoras, que son hoy las dominantes en periódicos, revistas de debate y ensayo, libros y otros elementos que componen la esfera pública. Los centros de agitación intelectual están hoy en la derecha. En la izquierda no extrema no hay nada parecido a un debate desde hace mucho tiempo, como atestigua la facilidad con la que se propalan en España tópicos exagerados y sin fundamento sobre el catastrófico estado de la educación, el desastre del sistema autonómico, o la cuestión de los derechos lingüísticos.
Lo más curioso del caso es que quienes han abandonado los principios progresistas exigen a los demás que recorran el mismo trayecto, de forma que si alguien se resiste se le tacha de inmediato de sectario, dogmático o vendido. El ardid es muy burdo como para pasar desapercibido y, en el fondo, resulta revelador de la incomodidad que muchos sienten cuando se les recuerda su "evolución", por llamarlo de alguna manera.
¡Qué extraños son estos nuevos liberales que se siguen creyendo progresistas!

Ignacio Sánchez-Cuenca es profesor de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid.