lunes, 22 de febrero de 2010

Esa puta mierda

Para que las urnas ejecutasen la cuadratura del círculo, y fuesen un fiel reflejo de una población a la que las etiquetas del pasado no le gustaban, aunque se aferraba a ellas en cuerpo y alma, iniciaron lo que dieron en llamar "Viaje al Centro". Se esforzaron, trazaron un plan, y bien que les dio resultado: Aznar llegó a la Moncloa.
En febrero de 1999, uno, a través de una carta al director, a la directora, en el caso de La Opinión, emitió su parecer, titulé la carta Viaje a ninguna parte.
Estas últimas semanas, algunos destacados miembros de aquella expedición, han sacado a relucir sus gestos y frases más elocuentes. Días pasados, el propio Aznar, se enzarzaba, con gesticulantes modos impropios de su pasado como presidente del Gobierno de España, ante un grupo de estudiantes que le increpaba.
Los viajes a ninguna parte convierten a sus ejecutores en seres a los que, finalmente, siempre te los acabas encontrando allí de donde nunca salieron, en el fango. En todo caso, personajes así: malhablados, irrespetuosos y soberbios, son ubicuos respecto de su filiación política.
A continuación, transcribo el artículo de Javier Marías, publicado hoy en el País Semanal, a través del cual expone las lisonjas de otra destacada miembro de aquel grupo de expedicionarios:

Esa puta mierda

En la transcripción de la célebre y grosera frase de Esperanza Aguirre que ha trascendido gracias a un micrófono abierto que ella creía cerrado, ha habido, a mi parecer, un pequeño error. Ya saben: “Nosotros hemos tenido la inmensa suerte de poderle dar un puesto a Izquierda Unida quitándoselo al hijoputa”. Si uno oye la frase, para mí es evidente que la última palabra tendría que ir con mayúscula, es decir, “al Hijoputa”, pues sin duda se trata de un mote, de un apelativo habitual. Se está refiriendo a alguien a quien suele llamar así, y su interlocutor –su Vicepresidente– sabe perfectamente de quién le habla, está acostumbradísimo a oírle ese apodo. Si la Presidenta de Madrid se hubiera referido, como ha querido hacer creer, a alguien “circunstancial” –un tal Serrano, ex-representante del Ayuntamiento en Caja Madrid, y con quien ella no tiene trato personal–, habría dicho “a ese hijoputa” o “al hijoputa ese”; no “al Hijoputa”, que es lo que soltó verdaderamente. Por otra parte, me trae sin cuidado de quién estuviera hablando esa mujer despreciativa y soez que provoca vergüenza ajena. Allá ella con sus fobias, sus rencillas, sus traiciones y sus bestias negras.
Lo que ya no me trae tan sin cuidado es que la máxima representante de mi región sea zafia y malhablada, y más grave que la célebre frase me pareció otra, que soltó el mismo día, y que ha sido objeto de muchos menos comentarios. Se la veía paseando por las cercanías de un pueblo, Becerril de la Sierra, con un nutrido cortejo de individuos untuosos y temerosos, literalmente un séquito, como si fuera la dueña de un cortijo con sus capataces y peones. De pronto se soliviantaba y, señalando algo que quedaba fuera de plano –tal vez una construcción–, se volvía hacia el alcalde de Becerril, que iba escoltándola, y le decía en tono despótico y colérico: “¿Pero cómo has podido autorizar esa puta mierda?” Se alcanzaba a ver el azoramiento del culpable, helado por la brutalidad del reproche, y la escena terminaba. Aguirre podía haber dicho “ese adefesio” o “esa porquería”, pero no: lo que le salió de su chabacana alma fue “esa puta mierda”. Lo peor fue el tono, sin embargo: delataba a una persona irascible y propensa al trato tiránico. La escena entera parecía sacada de La escopeta nacional, de Berlanga, y no está de más recordar que en ella la acción se situaba aún en tiempos de Franco, y que esa divertidísima película retrataba con precisión un tipo de aristócrata abundantísimo en España a lo largo de su historia: terrateniente, adinerado y engreído; bruto, ignorante y tosco hasta la náusea. En manos de esa clase de individuos ha estado este país durante siglos. Por eso resultaba tan deprimente ver algo parecido en 2010, con la agravante de que la “señorita” actual fue votada por los ciudadanos (bien es cierto que tras perder unas elecciones y forzar su repetición gracias a una turbiedad nunca aclarada).
Claro que todos, o la mayoría, soltamos tacos de vez en cuando. Claro que nos hemos referido a alguien como “hijoputa” o hemos calificado algo de “puta mierda”. Pero casi todos somos particulares y no nos representamos más que a nosotros mismos. Aguirre se ha negado a hablar de su desliz, aduciendo que se trataba de “una conversación privada” y que, por lo tanto, “no contaba”. Se equivoca, como se han equivocado todos los demás dirigentes a los que ha traicionado un micrófono, desde la lumbrera José Bono tildando a Blair de “gilipollas” hasta el actual jefe de la patronal, Díaz Ferrán, llamando a la propia Aguirre “cojonuda”. Los políticos fingen y mienten de manera tan abusiva y permanente en público, que precisamente lo que ya no cuenta es lo que dicen para la galería, cuando se saben vistos, escuchados, filmados y grabados. Todo eso es falso, una patraña, una representación en el mejor de los casos. Para saber cómo son y lo que piensan de veras no nos sirven sus declaraciones ni sus intervenciones en el Parlamento. De modo que, cada vez más, lo único que cuenta es lo que dicen en privado y cuando creen estar “en confianza”. Hay más verdad acerca de la personalidad de Aguirre en esas dos frases captadas por azar que en todas sus manifestaciones ante la prensa a lo largo de los años. Éstas son, por principio, pura fachada y puro teatro, y por consiguiente falaces, un engaño, como todas las de los demás políticos una vez que ese gremio ha optado por el fingimiento perpetuo. Son esas las que no cuentan. Aquéllas, en cambio, nos revelan quién nos representa: una mujer autoritaria, irritable, desdeñosa, deslenguada y de natural ordinaria. Ya sé que hoy suelta tacos todo el mundo (bueno, sólo en España), pero, curiosa y significativamente, apenas conozco a mujeres de mi edad o mayores (y Aguirre es de mi edad) que, si han sido bien educadas y además son consideradas, recurran a ellos, sean cuales sean su clase social y sus conocimientos. También eso indica algo.

Javier Marías

Esa puta mierda

jueves, 18 de febrero de 2010

Anarquía económica de la sociedad capitalista

Ramoneda, esta noche, en Hora 25 de la SER, mencionaba el artículo que ahora transcribiré. Si os apetece, leedlo, merece la pena. Podría no importar la autoría del mismo, tampoco la fecha en que fue escrito, pero ambos datos son tremendamente significativos.

La anarquía económica de la sociedad capitalista tal como existe hoy es, en mi opinión, la verdadera fuente del mal. Vemos ante nosotros a una comunidad enorme de productores que se están esforzando incesantemente privándose de los frutos de su trabajo colectivo — no por la fuerza, sino en general en conformidad fiel con reglas legalmente establecidas. A este respecto, es importante señalar que los medios de producción –es decir, la capacidad productiva entera que es necesaria para producir bienes de consumo tanto como capital adicional– puede legalmente ser, y en su mayor parte es, propiedad privada de particulares.
En aras de la simplicidad, en la discusión que sigue llamaré “trabajadores” a todos los que no compartan la propiedad de los medios de producción — aunque esto no corresponda al uso habitual del término. Los propietarios de los medios de producción están en posición de comprar la fuerza de trabajo del trabajador. Usando los medios de producción, el trabajador produce nuevos bienes que se convierten en propiedad del capitalista. El punto esencial en este proceso es la relación entre lo que produce el trabajador y lo que le es pagado, ambos medidos en valor real. En cuanto que el contrato de trabajo es “libre”, lo que el trabajador recibe está determinado no por el valor real de los bienes que produce, sino por sus necesidades mínimas y por la demanda de los capitalistas de fuerza de trabajo en relación con el número de trabajadores compitiendo por trabajar. Es importante entender que incluso en teoría el salario del trabajador no está determinado por el valor de su producto.
El capital privado tiende a concentrarse en pocas manos, en parte debido a la competencia entre los capitalistas, y en parte porque el desarrollo tecnológico y el aumento de la división del trabajo animan la formación de unidades de producción más grandes a expensas de las más pequeñas. El resultado de este proceso es una oligarquía del capital privado cuyo enorme poder no se puede controlar con eficacia incluso en una sociedad organizada políticamente de forma democrática. Esto es así porque los miembros de los cuerpos legislativos son seleccionados por los partidos políticos, financiados en gran parte o influidos de otra manera por los capitalistas privados quienes, para todos los propósitos prácticos, separan al electorado de la legislatura. La consecuencia es que los representantes del pueblo de hecho no protegen suficientemente los intereses de los grupos no privilegiados de la población. Por otra parte, bajo las condiciones existentes, los capitalistas privados inevitablemente controlan, directamente o indirectamente, las fuentes principales de información (prensa, radio, educación). Es así extremadamente difícil, y de hecho en la mayoría de los casos absolutamente imposible, para el ciudadano individual obtener conclusiones objetivas y hacer un uso inteligente de sus derechos políticos.
La situación que prevalece en una economía basada en la propiedad privada del capital está así caracterizada en lo principal: primero, los medios de la producción (capital) son poseídos de forma privada y los propietarios disponen de ellos como lo consideran oportuno; en segundo lugar, el contrato de trabajo es libre. Por supuesto, no existe una sociedad capitalista pura en este sentido. En particular, debe notarse que los trabajadores, a través de luchas políticas largas y amargas, han tenido éxito en asegurar una forma algo mejorada de “contrato de trabajo libre” para ciertas categorías de trabajadores. Pero tomada en su conjunto, la economía actual no se diferencia mucho de capitalismo “puro”. La producción está orientada hacia el beneficio, no hacia el uso. No está garantizado que todos los que tienen capacidad y quieran trabajar puedan encontrar empleo; existe casi siempre un “ejército de parados”. El trabajador está constantemente atemorizado con perder su trabajo. Desde que parados y trabajadores mal pagados no proporcionan un mercado rentable, la producción de los bienes de consumo está restringida, y la consecuencia es una gran privación. El progreso tecnológico produce con frecuencia más desempleo en vez de facilitar la carga del trabajo para todos. La motivación del beneficio, conjuntamente con la competencia entre capitalistas, es responsable de una inestabilidad en la acumulación y en la utilización del capital que conduce a depresiones cada vez más severas. La competencia ilimitada conduce a un desperdicio enorme de trabajo, y a ése amputar la conciencia social de los individuos que mencioné antes.
Considero esta mutilación de los individuos el peor mal del capitalismo. Nuestro sistema educativo entero sufre de este mal. Se inculca una actitud competitiva exagerada al estudiante, que es entrenado para adorar el éxito codicioso como preparación para su carrera futura...

Einstein. 1949.

He dejado dos párrafos sin transcribir, si os interesa, pinchad aquí: El valor real de los bienes

sábado, 13 de febrero de 2010

Garzón se vale solo

Que levanten la mano aquellas personas que jamás pusieron en duda la honorabilidad profesional de Garzón. A ver, veo muy pocas manos alzadas. A qué viene semejante rasgadura de vestiduras, ¿linchamiento?: desde finales de los ochenta, en que comenzara a fraguarse su leyenda, la de un juez íntegro que iba a por todas las formas de delincuencia conocidas, personas de toda ideología han arremetido contra él según cuales fuesen los objetivos de su actuación profesional. Lo de ahora, que habrá de revertirse, no me cabe la menor duda, no es sino la plasmación de las tesis de la supuesta derecha civilizada. Cuántas veces se le ha escuchado a Rajoy, o a alguno de sus adláteres (no sabe uno muy bien quién es adláter de quién), decir frases semejantes a "esas cosas a nadie interesan, a los ciudadanos normales les importan otras cosas...", y cuando Rajoy y/o sus adlátares, y/o viceversa, dicen eso, "esas cosas..." suelen ser homosexuales, inmigrantes, desaparecidos de la guerra civil, y otras menudencias con las que algunos marean la perdiz, según el adláter Rajoy. Pero de ese batiburrillo, la ultraderecha, siempre al acecho de lo que dice su versión "civilizada", saca petróleo.

Estos días van y vienen, por doquier, manifiestos y escritos en favor de Garzón, yo mismo me adherí, a través de facebook, a uno de ellos. En realidad, qué defendemos, a Garzón, Garzón no necesita nuestras adhesiones, estoy convencido de que, salvo el calor humano, que todos precisamos, las adhesiones de otra índole no las necesita, sabrá defenderse como sólo él sabe hacerlo. Garzón no nos necesita, nos necesitan las miles de familias que, en toda España, tras tantas décadas de silencio y humillación siguen clamando para hacer con sus muertos lo que cada hijo de vecino desea hacer con los suyos.

Sugiero, si de algo vale, que para apoyar a Garzón, con la misma intensidad de las movilizaciones internautas de estos días, nos movilicemos todos para que todas las causas abiertas, al amparo de la Ley de Memoria Histórica, salgan adelante.

Santos López Giménez

miércoles, 3 de febrero de 2010

Desafortunada intervención (Agresión al Quípar)


Caravaca de la Cruz, a 3 de febrero de 2010

Nota de prensa de CARALLUMA.


GRAVES ROTURACIONES EN EL CAUCE DEL RÍO QUÍPAR A SU PASO POR CARAVACA DE LA CRUZ.


Una superficie de alrededor de 1800 metros cuadrados del cauce del río Quípar, donde había una olmeda en regeneración, ha sido roturado recientemente, eliminando toda la vegetación existente y provocando la pérdida de cientos de pies de olmos que se recuperaban de las sucesivas acometidas de la enfermedad conocida como grafiosis. Algunos de estos ejemplares tenían más de diez metros de altura y un diámetro de 20 centímetros. También se ha abierto una pista de tierra para la entrada de la maquinaria provocando aún más destrozos en el cauce.
Según las informaciones que hemos recibido por parte de la Dirección General del Medio Natural, el autor ha sido denunciado y será obligado a restaurar la zona que ha sido arrasada con vegetación autóctona. Esta zona se encuentra en uno de los mejores tramos del río Quípar, cerca del paraje de Casa Vargas.
Se da la circunstancia de que en esta zona se están desarrollando también trabajos de restauración forestal del río por parte de la Dirección General del Medio Natural, que consisten en el desbroce de cañas, aneas y zarzales para posteriormente plantar arbustos y árboles autóctonos, con lo que se pretende aumentar la calidad de la vegetación ribereña.
CARALLUMA ha comunicado a la autoridad ambiental que esa vegetación que se está eliminando (zarzales y otras plantas de ribera), dan cobijo y sustento a unas cuantas especies de vertebrados, que tienen en estos lugares su hábitat, siendo éste insustituible.
CARALLUMA no se opone a que se lleven a cabo proyectos de recuperación en los ríos, sin embargo no está de acuerdo en que se elimine la vegetación natural existente, parte de ella constituida por especies protegidas. Un principio básico de estas actuaciones ha de ser respetar la flora autóctona ya arraigada, y a partir de ahí mejorar en lo posible.
En este río se va a ejecutar otro proyecto de restauración hidrológica y forestal que ha sido incluido dentro del programa europeo Robinwood, que a juicio de nuestra asociación contiene actuaciones que pueden ser muy perjudiciales para este ecosistema fluvial. Estas actuaciones incluyen desbroces, roturaciones y rebaje de taludes con maquinaria pesada, algo con lo que no podemos estar más en desacuerdo. El Quípar es uno de los pocos ríos en la región de Murcia que aún disponen de una vegetación de cierta calidad, con gran capacidad de regeneración, tal y como se indica en el citado proyecto del programa Robinwood. De hecho, según el índice RQI de calidad empleado en este estudio, el 87% del río se encuentra en estado bueno o muy bueno, y solamente el 13% en un estado regular o pobre. Por esta razón consideramos innecesarias actuaciones de esta índole, siendo mucho más apropiado trabajar de forma manual y aplicar técnicas modernas de bioingeniería. La utilización de maquinaria debe de ser excepcional y restringida a los lugares donde el acceso lo haga posible y siempre que no provoque daños a la vegetación existente.
Este tramo del río Quípar es una zona que guarda grandes valores ecológicos, paisajísticos, históricos, arqueológicos e incluso paleontológicos, dado que en sus proximidades se han encontrado vestigios de homínidos de edad similar al famoso yacimiento de Atapuerca. Estos valores se hallan reconocidos por la ley, al estar declarado como Lugar de Importancia Comunitaria (LIC) y Bien de Interés Cultural (BIC), con la categoría de Sitio Histórico.
CARALLUMA ha pedido que no se realicen los movimientos de tierra previstos para el rebaje de taludes en el proyecto del programa Robinwood, lo que ocasionaría más daños que beneficios. Asimismo, pedimos que los trabajos que se emprendan en este lugar sean respetuosos con su entorno y preferentemente se hagan con operaciones manuales y técnicas de bioingeniería.