miércoles, 28 de julio de 2010

No son molinos, son gigantes

Mañana, hoy ya, el parlamento catalán votará sobre el futuro de las corridas de toros en Cataluña. Siempre he estado en contra de esta, mal llamada, fiesta, aunque, bien es cierto que jamás mostré mi oposición de modo frontal. Las razones para no mojarme habría que enmarcarlas en el terreno de la resignación, ese cáncer del que todo ser humano somos portadores, que me devolvía la cordura ante los molinos de viento y no me dejaba ver a los gigantes. Tampoco ahora voy a sacar lanza vengadora alguna para arremeter contra todo lo que se mueva alrededor de semejante festín sangriento. Sin embargo, pase lo que pase, ante la decisión pendiente del parlamento catalán, echo mano de un escrito que escribí trece años atrás. En él, no hablé de toros, hablé de otra cosa, a priori, muy distinta, pero, dadas las circunstancias, y los alaridos derechoides que me llegan, puede que, para la ocasión, venga que ni pintado. No recuerdo el título exacto que le puse, La Opinión tuvo a bien titularle: "Jóvenes murcianos y autodeterminación":.https://docs.google.com/View?id=dg4pm7jh_893c6pvpkg5
Santos López Giménez

lunes, 19 de julio de 2010

Alma serrana
















Venta Ticiano, enclavada en un punto que no hace sino corroborar las palabras que vertiese en el acto, Marcial García, cuando se refirió a la
















personalidad peculiar y única de estas tierras serranas, que, por caprichos de la Historia, abarcan superficies administrativas de Andalucía, Castilla-La Mancha y Murcia, fue el lugar que, Alonso Torrente, escogió para convocar a familiares, amigos y fieles seguidores de su obra, el pasado sábado, 17 de julio, para llevar a cabo la presentación de su nuevo libro, y van siete, que versa sobre el Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas, cuyo título lo dice todo "La Sierra Soberana".






No es la primera vez que asisto a la presentación de una de sus obras, acudí cuando presentó "La Magia de Cajitán" (http://docs.google.com/fileview?id=0BxIGiD4bTnVQNTc1ZjA1MDgtMjdmNC00NzU3LTg3NjItYTczMDM1YmJmNjJi&hl=en&pli=1)
Anteriormente, tuve el gusto de estar presente en la presentación de "Una mirada al Segura: el río que nos une" (http://docs.google.com/fileview?id=0BxIGiD4bTnVQZWFlMzdmMzYtNmY3YS00MTRmLWIwMmItNTAyNDg3ZWMwYTVk&hl=en).


Conociendo su obra, aunque algún día nos sorprenda, con sus bellas fotografías y su lenguaje emotivo y ameno, con el que engalana sus libros, trayendo lejanos espacios y gentes, Alonso está, en el mejor sentido de la palabra, pegado al terruño, a los lugares donde ha desarrollado su vida profesional y humana, de los que se ha enamorado y ha querido compartirlos con todos nosotros. De su cámara, de su pluma, ha dejado preciosas muestras; además de las ya citadas, de su Calasparra natal, también de su comarca: el Noroeste murciano, pero, en mi opinión, cuando dirige su mirada a las Sierras vecinas, andaluzas y manchegas, continuación de las que nos cobijan aguas abajo, su sensibilidad y su pasión por el medio natural y humano adquieren una categoría sublime que elimina, como no puede ser de otro modo, toda frontera administrativa, resaltando los valores y elementos, naturales y humanos, que se confunden entre unas y otras.
Aunque tuvimos ocasión de felicitar a Alonso, el pasado sábado, desde estas líneas, deseo volver a dar mi más sincera enhorabuena porque, con su obra, sigue haciendo cada vez más grande el alma de nuestra comarca.


Santos López Giménez

lunes, 5 de julio de 2010

Cuestión de talento (Nosotros no nos comprometemos)

No parece tarea sencilla la de definir a un pueblo, a sus habitantes, al carácter de éstos, menos aún si para hacerlo hemos de tomar como referencia una obra literaria cuyos personajes y contexto se sitúan a miles de kilómetros, y algunas décadas, del pueblo en cuestión. Lo que uno percibió, el pasado viernes, 2 de julio, en la representación que el grupo de teatro “El Molino” llevó a cabo en Cehegín, tiene que ver, en buena medida, con ese primer enunciado. “Dios, una comedia”, es el título de la obra representada; Woody Allen, autor a quien todos creemos conocer, el autor de la misma; “El Molino”, o mejor, quien lo dirige, fue el encargado de realizar tan extraña extrapolación; los actores de “El Molino”, ejecutores que dieron forma al experimento. Esa combinación de elementos, a priori, tan dispares, obtuvo el beneplácito de los congregados para el evento: la representación, una vez más, colmó las expectativas de un público que fielmente acude cuando los chicos y chicas de El Molino anuncian un nuevo estreno. El rango de edades, del elenco que nos hizo reír a mandíbula batiente, es amplio, sin embargo, el espíritu que prevalece, cada vez que tengo la fortuna de verles actuar, es un espíritu muy joven, tanto en las formas de representar sus obras, como en el fondo de esos últimos mensajes que nos acompañan cuando abandonamos el teatro. Y es que, con las obras de El Molino, me ocurre aquello que otros muchos dicen sentir cuando una obra de teatro, cine, o cualquier otra manifestación escénica, les deja prendados por unos días, durante los cuales, nuestra visión de la cotidianidad se ve influida por esas dos memorables y reconfortantes horas. Las de “Dios, una comedia”, que nos regalaron estos maestros de la escena, cuando escribo, tres días después de su representación, tras haber contrastado mis opiniones con las de otras personas que asistieron a la misma, me reafirman en una idea elemental: el talento no requiere finanzas de por medio, ni anuncios propagandísticos, ni Periódico de Cehegín que les dé cobertura, el talento se manifiesta del único modo que puede hacerlo, en estado puro.
A punto de terminar, me doy cuenta de que, antes de empezar a escribir, puse título a este escrito: “Nosotros no nos comprometemos”, acabo de relegarlo a un segundo plano. Claro, se trataba de definir a un pueblo, tesitura que me prendió y de la cual surge este escrito; las voces a coro de los actores aún resuenan, allí donde pueden hacerlo, en mis tímpanos: por un par de veces, durante el desarrollo de la obra, emitieron esas cuatro palabras, grabadas se me quedaron. Pero éstas, desgraciadamente, no me son ajenas, está uno demasiado acostumbrado a escucharlas en éste mi pueblo, el pueblo de mis padres, de mis abuelos, el pueblo de mis hijos, que ojala, un día, alcance a entender que hay vida más allá de las lisonjas, más allá del autobombo, más allá de la condescendencia y del avasallamiento. Entre tanto, mientras Cehegín despierta de su letargo, nos queda “El Molino”.


Santos López Giménez




http://elmolinoteatro.blogspot.com/2010/07/cronica-de-dios-una-comedia-en-cehegin.html