sábado, 9 de octubre de 2010

De bulos y otras miserias

De unos días para acá, los medios se han hecho eco de una sentencia judicial, según la cual, el Equipo de Gobierno del Ayuntamiento de Cehegín está obligado a informar a la Oposición Política sobre diversos asuntos económicos relacionados con las Fiestas de septiembre. En realidad, esta sentencia lo es de un contencioso administrativo que la Oposición puso en 2006, referido a gastos de 2003, 2004, 2005 y 2006, y entre los enunciados que acompañan a la misma, entresaco uno que, tal vez, pueda resumir el espíritu que la inspira: “La actitud retardataria y obstruccionista de la Junta de Gobierno no solo supone una violación de la legislación ordinaria sino de la constitucional”. Pues bien, aún así, con sentencia sobre la mesa, con comentarios del juez que no dejan lugar a la duda, desde el Equipo de Gobierno, se ha desatado una furibunda campaña contra el grupo municipal socialista, que ejerce la Oposición Municipal, que produce sonrojo a cualquier ciudadano que tenga a bien poner un mínimo de atención sobre las lindezas que conforman la mencionada campaña. Entre otras, han recurrido al manido, abusivo y falaz argumento de decir que eso no es sino una forma de atacar a la institución municipal; este argumento es el mismo al que nos tienen acostumbrados todos aquellos que se creen en posesión de un poder omnímodo, siendo incapaces, porque jamás lo entendieron, de percibir que el ejercicio del poder político, en un país democrático, ha de dejar un amplísimo margen a la intervención de cuantos agentes sociales, incluidos los propios ciudadanos, a título individual, entren en acción.
Más allá de esta obviedad, aunque, desgraciadamente, tengamos que seguir recordándola una y mil veces para que nuestro débil sistema democrático, en permanente amenaza, mantenga unos mínimos parámetros que no asfixien nuestra capacidad moral para seguir hacia delante, voy a detenerme en una muy concreta declaración, que durante estos últimos días, de efervescencia del asunto, le escuché a uno de los portavoces del equipo de gobierno, en concreto al concejal de festejos, que salió a la palestra. Haciendo juegos malabares de palabras, a que nos tienen acostumbrados, recordó, o mejor, él lo afirmó, uno de esos bulos que normalmente pasan por ser leyendas urbanas no demostradas, pero que sin empacho alguno sueltan por su boca sabedores de que la repercusión negativa, hacia ellos, será mínima, frente a un enorme daño contra la víctima de sus insidiosas palabras, pero, insisto, sin prueba alguna que certifique tal declaración. Yendo al grano, se trata de un bulo que, mientras como ciudadano no se me demuestre lo contrario, estuvo vigente, de boca en boca entre la ciudadanía ceheginera, durante los meses que antecedieron y precedieron al cambio de gobierno municipal en 2003. El bulo en cuestión decía algo así como que el grupo municipal socialista, gobernante hasta aquellas fechas, antes de llevar a cabo el traspaso de poderes, quemó una ingente cantidad de documentos que se iban sacando en camionetas del Ayuntamiento. Llegados a este punto, en mi condición de ciudadano, públicamente emplazo a todo aquel que tenga a bien seguir reiterando ese bulo a que lleve las pruebas ante un juzgado de guardia. Lo malo de esto, lo que empobrece hasta límites insospechados nuestro sistema democrático, no es que lo emita un ciudadano de a pie en una barra de bar, lo malo es que un destacado dirigente y servidor público del PP de Cehegín, sin esas pruebas, vuelva a referirse a esa no demostrada circunstancia. No entraré en la crítica hacia el grupo municipal socialista de no saltar como resortes ante esa infamia, por no hacer el juego a esa denigrante máxima social de que ante una acusación, tipo bulo, sea el señalado el que tenga que demostrar su inocencia. Sin embargo, sí creo que esta vuelta de tuerca, a aquella letanía, debería poner en marcha algún otro mecanismo para depurar responsabilidades frente a, mientras no se demuestre lo contrario, tan miserable mentira.

Santos López Giménez

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