viernes, 29 de junio de 2012

El futuro

     Qué nos queda por hacer. Alguna vez supimos a qué jugábamos. Al margen del idealismo vitalista de cada cual, el alcance social de nuestros desvelos, ¿existió alguna vez?. Se lo fuimos poniendo en bandeja, el paradigma todavía está caliente: el gobierno actual de España lo conforman personajes funestos e indecentes que ni tan siquiera vendieron humo, no lo precisaban. Jamás un país, sus ciudadanos, fueron tan sublimes cómplices de la delincuencia institucional como lo viene siendo éste.
    
    El "sálvese quien pueda" no es de ahora, ni de ayer, es congénito en el ser humano. Los límites que demarcan nuestras vergüenzas no existieron jamás, la cuerda floja de nuestra moral no se tambalea, somos fieles adeptos de la peor acepción del "a vivir que son dos días".   
   
   Qué les queda, entonces, a nuestras dirigentes criaturas por hacer, cuando tan fácil se lo ponemos: anular, en una secuencia concéntrica, las capas sociales, para ellos no es sino un juego macabro del que, país a país, continente a continente, van obteniendo sus réditos, hasta anular el concepto de solidaridad social, articulada desde las instancias que emanan del poder del pueblo. Los veréis gesticular, aparentar preocupación, pero, sobre todo, no veréis su maestría manipuladora, es intrínsecamente imposible: si fuera posible detectarla, no estarían ocupando, ni un segundo más, las usurpadas instancias que robaron al pueblo.


(Lugares comunes, se rodó en 2002)