sábado, 31 de octubre de 2015

Sin margen para la divergencia

               El propio Pablo Iglesias reconoció, días pasados, haber votado a Zapatero en 2004. Momentos concretos, críticos, en los que era preciso cortar de cuajo las inercias perversas de la Derecha, los ha habido. Éste, el que ahora contempla nuestro presente, es uno de ellos. Muchos somos quienes estamos contrariados por el hecho de que la Izquierda no haya sido capaz de alcanzar un gran acuerdo que aglutine el más útil de todos los votos, aquel que nace del pueblo y elige al pueblo.

             Sin embargo, contra un cierto espíritu derrotista, que suele acompañar al votante y militante progresista, la última configuración electoral, que nos ha deparado, en bastantes Ayuntamientos y algunas Comunidades Autónomas, una rica mezcla de grupos políticos que están gobernando por y para las mayorías silenciosas, aquellas que ni votan pero que más precisan de la acción de la política en sus vidas, se mantiene una espita abierta a la que hemos de aferrarnos de cara al próximo 20 de diciembre.

            Los últimos 30 años, respecto de las diferentes configuraciones de parlamentos y Ayuntamientos, nos dejan panoramas genéricos en los que, frente al aparente, y crudo, bipartidismo, allí donde esa circunstancia no marcaba pautas, sino que un amplio elenco de grupos configuraban sus bancadas, todos los parámetros, que definen el buen camino de sus comunidades, siempre estuvieron muy por encima de la media del país. No hay mas que echar mano de los mejores resultados socieconómicos, en pueblos, ciudades y regiones, aquellos que inciden directamente sobre sus gentes, mejorando las condiciones de vida de éstas, y cotejar las composiciones en número de grupos representados en sus cámaras, para concluir que estamos ante una irrefutable certeza, a mayor pluralidad, incrementos notables en los parámetros que definen las condiciones de vida de sus habitantes.

          Por tanto, de cara a esa fecha anteriormente citada, que habrá de condicionar nuestro futuro inmediato, la del 20 de diciembre, considero que el voto más útil que cada cual pueda aportar en su condición de ciudadano libre, libre de ataduras, sólo atado al compromiso con su gente, en especial con los más necesitados, considerando la no confluencia previa que tantos deseábamos, será el voto en conciencia que, individualmente, cada elector deposite en su urna. Del mismo, cien días lo corroboran, habrá de salir un Gobierno en cuya composición no quedará margen para la divergencia.

        Por lo pronto, el mío lo tengo decidido, será para PODEMOS.

Santos López Giménez