lunes, 31 de octubre de 2016

Caralluma: nunca mejor dicho, 40 años no son nada.

                    Mantienen el espíritu joven con el que echasen a andar allá por los 70. No podría ser de otro modo, quienes aman al medio que nos da la vida, quienes estudian su estructura y dinámica, conservan durante toda su vida un halo de juventud que les delata.
                   Han sido muchos, y continúan siéndolo, los frentes abiertos en defensa del medio natural y de su conservación. Prácticamente, no hay rincón de la comarca que no haya sentido el cariño y la dedicación que ellos y ellas les han prestado. Rincones naturales, rincones urbanos, porque el conservacionismo no ciñe su lucha y desvelos en las afueras de los cascos urbanos de pueblos y ciudades, el ecosistema urbano es, sin ninguna duda, el primero al que el ser humano ha de hacer frente aunque sólo fuese por un egoísmo intrínseco que debiera acompañar nuestro instinto de supervivencia, y en ese sentido, Caralluma, así lo interpretó desde los primeros instantes de su existencia.
                   Entre los días 17 y 29 de octubre, en Caravaca, lugar que les viera nacer como Asociación, se han desarrollado unas Jornadas en conmemoración de sus 40 años de estudio y lucha. Una amplia y rica exposición: de fotografías, recortes de prensa, carteles de las diversas Jornadas que se organizasen durante estas 4 décadas, disfraces de carnaval que sirvieran para amenizar reivindicaciones varias, estructuras reales y/o forjadas sobre diversos aspectos ligados a la caza, a las extracciones geológicas, a los recursos energéticos, etc.; todos los elementos comentados, y algunos que se quedan en el tintero, junto con la proyección de audiovisuales para Colegios; Jornadas en la Naturaleza, mezclando música con actividades medioambientales; así como una maravillosa charla, sobre la base de su larga trayectoria, por parte de uno de los naturalistas más sabios y formados de nuestro país, Fidel José Fernández, envolviéndonos en un mágico relato sobre el Refugio de Rapaces de Montejo, en el Parque Natural de las Hoces del Riaza, en Segovia.
                  Para llegar al pasado 28 de octubre en el que, además de una amena y pequeña charla sobre otras posibilidades de vida en el Universo, se desarrollase una mesa redonda en la cual se puso la guinda a un pastel que, pese a la contundencia del buen hacer, no sólo de Caralluma, sino del Movimiento Ecologista en su conjunto, empaña el futuro inmediato del ecologismo por no hallar nuevos elementos humanos, entre los más jóvenes, que vengan a tomar el testigo de esta enorme y fructífera generación de activistas, luchadores y estudiosos del medio natural. En mi opinión, es muy complicado deshacer ese frustrante entuerto, cuyos responsables hincan sus raíces en la propia sociedad de la que a su vez han de aflorar esas chicas y chicos que habrían de tomar el relevo, no en vano, la acritud con la que una mayoría de medios se refiere al ecologismo en general, y a los ecologistas en particular, desgraciadamente, no ha hecho mas que ahondar en los tópicos eternos de desprestigio hacia ellos.
                Pero, bueno, siendo preocupante, que los es y mucho, para terminar, en estos momentos lo que uno desea es hacerse eco del homenaje que Juande Morenilla recibiese la tarde del 28, aprovechando el hueco entre la charla y la mesa redonda, en el cual, lleno de emotivas palabras pronunciadas por Bernardo Robles, se ponía de manifiesto el reconocimiento que el bueno de Juande merece por parte de la sociedad comarcal, no sólo caravaqueña.


Santos López Giménez