sábado, 4 de febrero de 2017

Sobre un vertedero, ¿ilegal?

                         Para esta tarde, a las 19,00 horas, estábamos convocados a una sesión informativa en la Casa de la Cultura. Habrían de informarnos sobre la instalación de un vertedero en nuestro término municipal. Más concretamente, sobre el momento actual de las distintas acciones emprendidas para tratar de frenar su construcción. De lo allí expuesto, deduzco que la instalación es un hecho irrefutable, no hay por dónde atajar a la misma. Deduzco, también, que una extraña confluencia, administración-asociaciones vecinales,
ha tratado de que la mencionada sesión informativa fuese una especie de paseo triunfal, pero, algo ha fallado cuando el farragoso desarrollo de la sesión no ha logrado que esa impresión tomase cuerpo; bien al contrario, lo de farragoso no pretende ser un adjetivo gratuito, quienes hayan asistido, quienes lo hayan visto por televisión, quienes lo vean en diferido, quedan emplazados para rebatir esa impresión.
                          La crónica de este acontecimiento local, cuyo alcance tiene vocación comarcal, pero que hoy no tocaba resaltar, a diferencia del día de la manifestación que partiese desde el embalse del Argos, no tendría sentido sin que la voz de los intervinientes, de entre el público, no tuviese reflejo en la misma. Me ha hecho gracia el hecho de que, mientras un interviniente hablaba de haber sido convocado por la plataforma contra el vertedero, uno de los intervinientes convocantes no supiera que significa la palabra plataforma. Por momentos, parecía que cada uno de los allí presentes, tuviésemos bien claro cual habría de ser nuestra representación, cuales habrían de ser nuestros gestos, nuestras palabras, nuestros silencios. Como quiera que hoy no había pancarta,
ni mas cámaras que las locales, y para colmo, las cámaras cehegineras, se fueron antes de tiempo, impelidas por otra actividad que, al parecer, superaba en importancia a la potencial aberración que supondrá la instalación del mamotreto contaminante, uno no ha localizado, entre los presentes, a esa fracción de la corporación municipal, que gobernase hasta 2015, y en cuya legislatura diese comienzo este infame asunto, y que sí asistiesen a la manifestación del embalse. Dato éste, el de la huida de las televisiones locales, muy acertadamente apuntado por una de las personas intervinientes: memorable el momento en el que un chico se acerca a la mesa, constituida por el Alcalde de Cehegín, el concejal de Obras y un funcionario, abogado, en materia de legalidad, y, como decía, el chico, sin mediar palabra, quita el micro que tenía instalado en la mesa, para salir raudo de la sala hacia ese otro lugar cuya importancia ha de ser mayúscula dado que se descartaba la información que desde la mesa se exponía, cuya dimensión sólo el tiempo dirá.
                        Digo bien, sólo el tiempo dirá, si consideramos que, según la versión expuesta, todo está en regla, los permisos legales en tiempo y forma, y las posibles adecuaciones, consecuencia de los estudios realizados, todo según la mesa, garantizan un funcionamiento nada sospecho de la instalación. Para lo cual, para demostrar esa nula sospecha, ponían de manifiesto las muchas vertientes que han tratado de afrontar buscando resquicios legales que paralicen las obras, sin que ninguna de ellas obre el efecto deseado.
                       Todo en regla, pero se insiste en seguir la estela de la paralización de las obras. De lograrse la misma, la empresa, a machamartillo, día a día, se asegura la indemnización ante una posible suspensión, se la está ganado a pulso, y de eso, este país, sabe mucho, sabemos demasiado. De qué nos sirve.

Santos López Giménez