domingo, 20 de agosto de 2017

La Encina de La Pollera, de 250 años de edad, arrancada de cuajo


                                       En el libro "Guía de la Naturaleza de Cehegín", escrito por los doctores en Biología, cehegineros ambos, David Sánchez y Pedro Abellán, en la página 142 del mismo, se hace referencia a la presencia de una encina, de 14 metros de alto, y 250 años de edad, situada en el paraje ceheginero de La Pollera,  según reza en el texto: junto a la Casa del Tío Asensio. Pedro y David, mencionan a esta encina en el apartado de su libro "Árboles monumentales y singulares", dado que las características de la encina no hacían sino sublimar su presencia allí donde, durante más de dos siglos, vio pasar a muchas generaciones de cehegineros y cehegineras.

                        

                         Siendo La Pollera lugar de visita obligada por la ciudadanía ceheginera, quien más quien menos, consciente o inconscientemente, se ha topado con ese precioso árbol en algún momento de su vida. Años atrás, La Pollera, era el lugar al que, en masa, acudían los cehegineros y cehegineras para celebrar el día campero de merienda que acompañaba al domingo de resurrección, según la tradición católica. Antes, como ahora, la belleza del lugar, hacen del paraje un espacio por el que senderistas, ciclistas, y muchas otras personas que deciden acercarse por allí, encuentran elementos naturales y paisajísticos de aquellos que obran el milagro de generar paz y sosiego para quienes lo visitan.
                       

                         Pues bien, quien ahora escribe, esta mañana, avisado de la circunstancia que citaré, cuando marchábamos por ese lugar, realizando una de las rutas senderistas que tanto nos gustan hacer alrededor de nuestro pueblo, nos llevamos la desagradable sorpresa de que la encina que Pedro y David mencionasen en su libro, como árbol de interés para nuestro pueblo, había sido arrancada de cuajo, ni talada ni cortada, arrancada de cuajo: al menos, esa es la impresión que los restos del lugar dan a entender. Eso sí, alrededor del mismo, las huellas de serrín y ramas, nos indican que el árbol, la Encina, fue troceada, imaginamos que para ser vendida entre los habitantes de nuestra localidad, o utilizada por quienes llevaron a cabo la faena.

                      

                      La aberrante circunstancia, nos ha puesto en guardia y, tras llevar a cabo alguna que otra pesquisa, nos informan de que podría existir un informe forestal según el cual, dicha encina, estaba enferma y fue preciso llevar a cabo el arranque al que venimos aludiendo. De existir dicho informe, esperamos, como ciudadanos, leer una copia del mismo. Se nos hace difícil entender que dicha enfermedad se haya desarrollado con una velocidad de vértigo, ya que, en el pasado mes de abril, a mediados, tenemos la certeza, corroborada por biólogos que visitaron la zona, entre los que nos incluimos, de que la encina no presentaba síntomas evidentes de enfermedad alguna. De hecho, si os fijáis en la foto superior, un brote de encina, formando una curvatura, aparece a la derecha del lugar en el que la más de dos veces centenaria encina estuvo presente; y digo esto porque, ni las hojas, ni ninguna otra estructura del brote ofrece signos de enfermedad.

                   

                    

Desde este espacio, a título personal, lanzo una primera denuncia pública ante lo que me parece una aberración medioambiental. En todo caso, seguiremos la pista al asunto y esperamos encontrar los elementos suficientes, por parte de las administraciones con responsabilidad en el asunto, y que el pueblo de Cehegín pueda tener la certeza de que su medio ambiente no está a merced del capricho del funcionario de turno o del particular que obre sin escrúpulos. Si los elementos hallados son lo suficientemente contundentes como para no dejar margen de duda, seré el primero en reconocer públicamente que tuve una errónea percepción. Sin embargo, a esta hora, 1 de la tarde del domingo 20 de agosto de 2017, con los elementos de los que disponemos, creemos que la celeridad en realizar el arranque de la encina, sin que públicamente se dijese nada, porque hablamos de un árbol de más de 250 años, dado que han pasado 7 años desde que dicha datación se mencionase al ser publicada en el libro, no merecía un final de estas características, cargadas de un misterioso oscurantismo.


Santos López Giménez