martes, 25 de agosto de 2015

Pyrénées Cathares


                  "En Francia, el concepto patria goza de una sana acepción de la que aquí estamos huérfanos". Fueron las palabras con las que trató uno de sintetizar, a una amiga, la pequeña estancia veraniega, llevada a cabo, entre los pasados 8 y 15 de agosto, en tierras francesas.


                  Seguramente no sea para tanto, posiblemente, dicho concepto, tenga muy crudo adquirir la mencionada acepción en ningún lugar del planeta, sin embargo, en mi opinión, si algún país del mundo desea presumir de ello, no cabe duda de que ese es el mencionado. 


               Décimo año consecutivo en el que, mi familia y yo, en fechas similares, organizamos una escapada norteña que nos desubica para que la reubicación sea armónica. Décimo año y undécimo viaje. Si bien, en tres de los anteriores, ya habíamos hecho nuestros pinitos con visitas de un día a Portugal y Francia, en esta ocasión, directamente, el destino elegido fue Francia, en concreto, Rasteille, antiguo aserradero transformado en moradas de acogida, situado en Fougax-et-Barrineuf, pequeño pueblo pintoresco en el departamento de Ariège (Pyrénées), al pie de Montségur.que, según reza en la Wikipedia: Fougax-et-Barrineuf es una población y comuna francesa, en la región de Mediodía-Pirineos, departamento de Ariège, en el distrito de Foix y cantón de Lavelanet.
Fougax-et-Barrineuf, entre Montségur y Lavelanet

Al día siguiente de nuestra llegada, la primera visita que realizamos nos llevó a Montsegur. Su castillo era nuestro objetivo. Es un castillo lleno de misterios desde que se convirtió en fortaleza-santuario del catarismo. Numerosas historias en el transcurso de los siglos lo relacionan con el tesoro de los cátaros, misterios espirituales, cultos solares... Lo que sí parece estar comprobado es que fue construido por la Iglesia cátara, siviendo de refugio para los perseguidos, y que se convirtió en el último refugio de los cátaros hasta el 1244, año en que las fuerzas armadas del papa y la monarquía francesa atacaron el castillo. Sus enemigos lo denominaban la «Sinagoga de Satanás» o el «Vaticano de la Herejía».


Sólo se puede acceder a través de un camino difícil, sinuoso y estrecho, atravesando bosques sombríos.

 Como consecuencia final de la cruzada contra los cátaros, ordenada por el Papa Inocencio III, la villa defendida por un pequeño castillo y amurallada, situada en la cima del monte Pog, a 2 km de su actual emplazamiento, fue sitiada por Hugo de Arcis y Pedro de Amiel, arzobispo de Narbona los primeros días de mayo de 1243 y tomada después de un largo asedio. Se calcula que podría haber en la pequeña población fortificada unas 500 personas, incluyendo defensores, sus familias y unos 200 creyentes cátaros entre los que se encontraban perfectos y perfectas refugiados. Frente a ellos se disponían al asalto un ejército de entre 6.000 y 10.000 hombres armados dirigidos por Huges de Narcis. El asedio duró cerca de 10 meses.

En la mañana del día 16 de marzo de 1244 una gigantesca hoguera se elevó a los pies del castillo y unas 210 personas, hombres y mujeres, los que se negaron a abjurar del catarismo, fueron quemados en ella. Hoy el lugar es recordado con una lápida ante el Camp des Cremats ('campo de los quemados') que recuerda a los inmolados con el epitafio: «Als catars, als martirs del pur amor crestian. 16 mars 1244».



La tarde del día 9 de agosto, domingo, aún dio mucho de sí, nos dirigimos a Mirepoix, fundada por los fenicios y que fuese importante bastida medieval. Presidida por una gran plaza central, rodeada por porches y soportales de madera tallados con esculturas y entramados, de los siglos XIII al XV. Los travesaños de la antigua casa de los cónsules son los mejor conservados, observándose en la madera tallada cabezas de monstruos y humanas.
Pero, esa tarde, si algo caracterizaba a este bello enclave eran los múltiples títeres que, aquí y allá, pululaban para regocijo de los que allí nos congregábamos. Títeres y música. Música, de grupos de chicos tocando en algunas de las esquinas, próximas a la plaza, y que nos mantuvieron a pie de calle, a pie de actuación, deleitándonos con ambos eventos culturales.






Lago de Las Truchas
Dadas las circunstancias meteorológicas, hubimos de señalar dos de nuestros disponibles días, propicios para el senderismo de montaña. De este modo, el lunes 10 de agosto, con pronósticos favorables, nos planteamos una dura ruta de 13,5 km, con un desnivel de 1450 metros, cuya altura máxima habría de ser de 2348 metros, y una duración estimada de 6 horas y media. Normalmente, si alguna ruta se nos resiste, no solemos buscar escusas que amparen nuestra retirada antes de tiempo, sin embargo, parece lógico pensar que alguna  explicación haya de existir. En el caso que nos ocupa, 3 factores pudieron ser determinantes para no acabar la mencionada ruta senderista: por un lado, un primer contratiempo derivado de un pequeño despiste que nos hizo desviarnos de la ruta marcada a la altura de la mina de Moulzoune, con el consiguiente retorno para seguir la marcada ruta; de otro lado, un exceso de confianza que nos llevó a no preparar los alimentos necesarios para el menester propuesto; por último, una vez instalados en el lago de Las Truchas,
la aparición de espesas masas de niebla, que iban y venían, igualmente condicionaron la decisión final de retornar sin ascender al pico San Barthélemy. Sea como fuere, las imágenes que nuestra retina retuvo, así como aquellas que nuestra cámara recogió, dejó improntas que el recorrido nos deparó dando buena cuenta de la belleza que la fortuna nos invitó a contemplar.



El martes 11 de agosto lo dedicamos a visitar Toulouse. Toulouse es la capital de la región Mediodía-Pirineos así como la capital histórica del Langedoc ("país cátaro", muchos de los carteles de las calles están escritos en occitano). Se trata de la cuarta ciudad, en población, de Francia. Cuenta con una animada población estudiantil, por lo que la oferta de bares, cafés y restaurantes es abundante y diversa: sin ser fechas estudiantiles, el ambiente juvenil acompañó nuestra visita.


 El centro es pequeño y se puede recorrer a pie, el casco histórico está casi todo peatonalizado por lo que moverse con el coche es difícil.

 El centro de la ciudad se encuentra entre el río Garona y el canal du Midi. Como punto de referencia está la Place du Capitole. El Capitole es el ayuntamiento de Toulouse, del siglo XVIII.

 Siguiendo la Rue du Taur, desde la place du Capitole, se llega a la Basílica de St. Sernin . Se trata de la iglesia románica más grande de occidente, la longitud de la nave alcanza 115 m. Llegamos a una hora en la que sus puertas estaban cerradas por lo que sólo pudimos dejar constancia externa de nuestra presencia


Pero, antes de San Sernin, sí que pudimos visitar la Iglesia de los Jacobinos. En ella reposan los restos del filósofo y teólogo Sto. Tomás de Aquino. Se caracteriza por tener una única fila de siete pilares monocilíndricos en el eje central de la nave, el último de ellos sostiene la bóveda estrellada de la cabecera a la que se llama la palmera.

Un muy amable señor, trabajador de la estructura organizativa de la Iglesia de los Jacobinos, que nos viese algo despistados, y no con muchas intenciones de acceder a los lugares en los que hubiese que pagar una entrada, se nos acercó e indicó que los jóvenes podrían acceder al claustro y patio principal sólo por su condición de estudiantes..., sin duda alguna, gestos que alimentan el espíritu.


    La tarde aún nos tenía reservados paisajes urbanos, aquellos que les dieron vida y que forman un todo indisoluble: El río Garonna, como metáfora de nuestra Historia, nace en España, en el pico de la Madaleta, en Huesca, y adquiere su máximo esplendor, y absoluta madurez, en tierras francesas, impregnando Toulouse de su enorme personalidad, mientras sigue su curso hasta alcanzar el Atlántico



















El miércoles, 12 de agosto, sería el elegido para la segunda de las rutas senderistas programadas. En este caso, la ruta se llevó a cabo en su totalidad, sin embargo, la estimación en tiempo que aparecía en las informaciones de que dispusimos, se nos quedó corta, ya que, de las 4 horas y media estimadas, sin que en esta ocasión mediasen contratiempos especialmente significativos, y a un buen ritmo de marcha, fueron 6 horas las que nos llevó este circuito senderista. Es probable que el tiempo dedicado a contemplar paisajes y demás elementos naturales fuese más del que nuestra consciencia nos indicase: grata sensación, la de no percibir el transcurrir del tiempo. Partimos de la Fontaine de Fontestorbes. Fuente que fluye de manera uniforme la mayor parte del año. Sin embargo, en épocas de estiaje, por lo general entre julio y octubre, el caudal del resurgimiento se hace intermitente. 






Recorrido ameno, entre biodiversos y frondosos bosques, salpicados de construcciones humanas.

Cuando llevábamos un tercio del recorrido, una importante formación geológica, propia de un macizo Kárstico, como lo es el bosque de Belesta, se abre como un enorme agujero, a modo de sima,
Trou des Corbeaux
en cuya parte superior, además de contemplarlo en toda su magnitud, tuvimos ocasión de tomar los bocatas del medio día. La profundidad del llamado "agujero de los cuervos" (Trou de Corbeaux) alcanza los 110 metros, por unos 30 de anchura.




Nuevos escenarios paisajísticos nos depararía la ruta hasta completar su recorrido. Le Gelat, con su antiguo nevero, fue uno de estos humanizados enclaves que nos salieron al paso, mostrándonos una de aquellas construcciones que antaño almacenasen la nieve para el uso humano de la misma.
14 fueron los kilómetros recorridos, con un desnivel de 680 metros y una altura máxima de 911 metros. Recorrido circular que nos llevaría de nuevo a Fontaine de Fontestorbes





Próximos a nuestro lugar de estancia, Lavelanet y Tarascón, pequeñas y encantadoras ciudades que visitamos en nuestro quinto día, 13 de agosto.





En Lavelanet


Al comenzar este escrito, este relato de nuestra visita a Francia, hacía alusión a lo que he dado en llamar "sana acepción del concepto patria, cuando a Francia nos referimos". Esa fue la impresión que, más allá de las muchas muestras que ratifican esa sensación, personal e intransferible, que uno ha identificado a lo largo de su vida, la presencia de homenajes a modo de esculturas en plazas y parques de sus pueblos y ciudades, en los cuales se conmemoran episodios que el pueblo francés viviese en su conjunto, de las que, mayoritariamente, sienten orgullo por unas señas de identidad cimentadas, casi siempre, en episodios bélicos que supusieron la liberación de amenazas externas contra el conjunto del país.

Donde también, en el momento actual, te paras ante un intrigante texto que nos habla de "resistir y crear", y te preguntas cuánto tiempo llevará ahí la pintada, si será una más de las odas del pasado, o si bien, el presente habrá envejecido hasta transportarnos a una insultante juventud.
Unos pasos más allá, descubres que la globalización, quise decir, el imperialismo, hizo sus estragos por igual aquí y allá, y es entonces que la pintada anterior recobra toda la dimensión que se le supone.
 

Lavelanet sorprende por la sencillez de su estructura urbana, donde, de nuevo, su curso fluvial, la vida de su arteria acuática, nos invita a sonreír en un marco que merece ser visitado

Camino de Tarascón, el Puente del Diablo se convirtió en parada obligada para contemplar y vivir de cerca una estructura cargada de leyenda

Ya en Tarascón, la primera de las instantáneas que la villa nos ofrece, es uno más de los símbolos que convierten a Francia en un país del que la mayoría de sus ciudadanos sienten orgullo de su pasado y, por supuesto, del presente que ese pasado les permite gozar 
Rezaba el texto: "Árbol de la Laicidad. Por una Escuela Pública, Laica y Gratuita".
Se nos muestra Tarascón pleno de una bella estructura arquitectónica, en la que agua y foresta siguen siendo elementos primordiales que lo convierten en lugar paradisiaco 




La presencia de pequeños detalles conmemorativos vuelven a ratificar la idea de un  orgullo patrio cuyos fundamentos están sobradamente justificados
Cuesta despedirse de un pueblo tan bonito cuya trascendencia no alcanza a la belleza que lo impregna. Resulta curioso que de todos los pueblos visitados, y de toda la información recopilada, haya sido tan escasa la repercusión mediática que conlleva esta precioso pueblo, Tarascón, cuya única referencia, de la que teníamos constancia, era la de la obra literaria "Tartarín de Tarascón


Y llegamos al último día de nuestra visita, 14 de agosto, o mejor, penúltimo, al día siguiente retornaremos a casa. Día que dedicamos a visitar La Cité de Carcassona  (es la forma en occitano, en francés se escribe Carcassonne),  una impresionante construcción en un peñasco sobre el río Aude. Lugar estratégico durante más de 2000 años. Ciudad medieval rodeada de una doble muralla de fortificaciones salpicadas de 53 inmensas torres, que hacen un total de 3 km. de recinto amurallado. Constituye la mayor fortaleza de Europa.

Los romanos la denominaron Iulia Carcaso y de ahí pasó a llamarse Carcasum con los visigodos en el siglo VI, cuando lograron deshacerse de los francos que asediaban la ciudadela. No consiguieron lo mismo con los musulmanes, quienes conquistaron la ciudad en el año 725, y permanecieron en ella hasta que Pipino el Breve los expulsara en el 759. Pipino cedió la ciudad a Bellón, el mítico primer Conde de Carcassona y fundador de las ramas dinásticas de las casas condales de Barcelona y otras de Occitania y descendiente de la nobleza visigoda.
  La fama de Carcassona viene de su protagonismo durante la cruzada contra los cátaros, ya que era un feudo de esta fe, herética para la ortodoxia católica. En 1209 Simón de Montfort, y su ejército de cruzados, forzó la rendición de la ciudad después de un sitio de quince días. Tomó como prisionero a Raimundo Roger Trencavel y se convirtió en el nuevo vizconde, convirtiendo a la ciudadela en una frontera entre Francia y la Corona de Aragón. En el año 1213, la batalla de Muret, ganada por Simón de Montfort contra el rey Pedro-II de Aragón, marcó el preludio de la dominación de los reyes de Francia sobre Occitania.



Marco idóneo para dejarse llevar por sus calles...

...apreciar la sensibilidad de las palabras 



Y divisar a lo lejos la ciudad amurallada...

Conjunto arquitectónico medieval restaurado por 
Eugène Viollet-le-Duc en el siglo XIX y declarada en 1997 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco
Aproximarnos...


...adentrarnos en ella



...y dejar impresa la imagen de la ciudad amurallada mientras nos retiramos 
                             A nuestro viaje sólo le quedaba la vuelta que al día siguiente, 15 de agosto, emprenderíamos. Unas 12 horas de viaje por carretera que, tras lo vivido, no se hacen ni mucho menos pesadas, salvo para nuestros cuerpos que van por libre y no atienden a los regocijos del alma. 
                            
                            No obstante, para un servidor, el comienzo del día 15 de agosto, me tenía reservada una pequeña gran sorpresa, a modo de tres grandes merengues, elaborados en Mirepoix, que harían las veces de tarta de cumpleaños


Santos López Giménez

Pd: Diez años, once viajes. Los otros diez, sus enlaces

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